Recordando a Michael Kamen

Escrito por , el 25 noviembre 2013 | Publicado en Otros

Cuando hablamos de Michael Kamen siempre pienso en alguien pasional, en alguien que amaba la música, que amaba lo que hacía, que le ponía pasión a cada trabajo que acometía. Y creo que es esa pasión musical el nexo que nos une en éste tributo por alguien que ha rellenado un hueco en nuestro corazón, alguien a quien estamos profundamente agradecidos por su legado musical y a quien nosotros queremos corresponder de alguna manera.

Solo de esa forma pueden entenderse las bellas y sentidas palabras de todos los participantes en éste homenaje en el Décimo Aniversario de su muerte, una forma de no olvidar jamás a uno de los mejores compositores que ha dado esa industria que cada vez es menos cine y más negocio… todo lo contrario de Michael Kamen, un artesano que ponía oficio y pasión por delante de todo.

Y creo que un tributo como éste responde, además, a una constante obsesión personal, la de preservar la buena música, de personas como Michael Kamen, como Jerry Goldsmith, como Maurice Jarre, como Jerry Fielding, y como tantos y tantos buenos compositores ya fallecidos.

No creo que Kamen caiga jamás en el olvido, ni que mi aportación u obsesión personal sirva para evitarlo si así fuese, pero mi granito de arena queda ahí, sito en una inmensa playa de talento musical, donde la banda sonora que escucharemos al salir el sol sea el Beside You de Kamen en What Dreams May Come, donde la overture de Robin Hood: Prince of Thieves nos mueva a enfrentarnos a toda clase de aventuras en la vida o donde el bello tema de amor padre-hijo de Frequency nos ayude a acercarnos más a nuestros seres queridos, o simplemente a recordarlos.

Y ahora, sin más preámbulos, demos comienzo a este tributo, no sin antes llevar a cabo unos cuantos agradecimientos que son de justicia:
A Rafael Martínez por ayudar en el contacto de varias personalidades cercanas a Michael Kamen.
A Enrique Moreno y Florent Groult, mil gracias por todo el material fotográfico suministrado para usar en el especial de manera desinteresada.
A Pablo Ortiz de Urbina por acercar éste especial, también de forma desinteresada, a la Familia de Kamen, todo un honor que esperamos haber podido corresponder con todo el cariño que ha emanado fruto de éste tributo.
A Gorka Oteiza y Óscar Salazar, porque sin vosotros este especial no hubiera sido posible, gracias a vuestro tremendo curro en las traducciones.
A todos aquellos que no han podido participar en el especial, pese a haberlo intentado, nombres como Blake Neely, Robert Elhia, Paco de Lucía, Dan Goldwasser, Claudio Fuiano, Jose M. Benítez, John Burlingame, Julie Kirgo o Lukas Kendall entre muchos más.
Y especialmente a todos aquellos que estáis aquí, participando y dando cuerpo a éste sentido tributo. Sin vosotros, no habría sido posible.

Con vuestro permiso, le dedicamos el resultado de este esfuerzo colectivo a Michael, por habernos hecho soñar… Te echamos de menos. Kamen Forever!

Rubén

La versión traducida al inglés podeis encontrarla aquí: MEMORIES OF MICHAEL KAMEN

Christopher Lennertz (compositor)
Michael Price (compositor)
Pablo Ortiz (director y compositor)
Penka D. Kouneva (compositora)
Germán Barón (compositor)
Mikael Carlsson (compositor y productor)
David Doncel (de BSOSpirit y presidente del Festival de Córdoba)
Jon Broxton (columnista y presidente de IFMCA)
Randall D. Larson (columnista y escritor)
Gergely Hubai (columnista y escritor)
Frorent Groult (de UnderScores)
Ignacio Granda (de Scoresdecine)
David Martínez Balade (profesor de música y escritor)
Jorge Godoy (aficionado)
Enrique Moreno Escribano (aficionado)
Óscar Salazar (aficionado)
Alfonso Conde (aficionado)
Fernándo Ayuso de AsturScore
Carlos Mulas de AsturScore

Christopher Lennertz

El legado de Michael Kamen es tal que trasciende lo puramente musical. Tuve la inmensa fortuna de trabajar para Michael en su mejor momento y estoy muy agradecido de que me diera mi primera oportunidad como orquestador. Yo, como tantos otros, me quedé asombrado no sólo por su manera de escribir, sino también por su pasión por la vida y por su buena voluntad. En su funeral vi, y oí, muchos de sus temas más famosos sobre una pantalla y me di cuenta de cuán vívidamente se desplegaba su personalidad en su música.

El romanticismo de Robin Hood, el corazón de Profesor Holland, el ingenio inteligente de Arma letal y la nobleza solemne de Hermanos de sangre. Cada nota y cada melodía suenan a Michael. Se respira pura alegría y emoción. Ése es el verdadero sello de un artista: ser capaz de expresarse a pecho descubierto con su arte. Eso fue lo que hizo Michael Kamen. Y lo más importante, no nos dejó estimar sólo su música, sino también la Mr. Holland Opus Foundation, que continúa con el apoyo y el fomento de la educación musical y dará a los jóvenes el don de la música y la oportunidad de seguir a sus corazones y sueños de la manera en que Michael lo hizo.

Soy muy afortunado de haber aprendido de él y echo de menos terriblemente tanto a su música como a él mismo. Sin embargo, lo estupendo de la música es que vivirá para siempre y por eso estamos todos tan agradecidos.

Más sobre Chris Lennertz en www.christopherlennertz.com


Michael Price

Trabajé junto con James Brett, codo a codo con Michael Kamen por 5 años, pero su legado no terminó con su triste fallecimiento. Cada vez que me siento y dudo sobre una melodía, puedo ver la loca y rizada silueta de Michael sentada en el piano, o en el Kurzweil, poniendo toda su considerable fuerza emocional en cada nota que tocaba.

Y sé que muchas otras personas que trabajaron con él también se sienten de esa manera. Él era un hombre carismático, colorido, y en última instancia, impulsado por un profundo amor por la música.

La notable forma en la que se las arregló para hacer partícipe a tantos millones de personas con ese amor, significa que todavía estará con nosotros durante muchos años más.

Más sobre Michael Price en www.michaelpricemusic.com


Pablo Ortiz de Urbina

La vida nos devuelve esos momentos preciados de la forma más inesperada.

Muchas veces he bromeado con mi familia y amigos diciéndoles que en mi vida ha habido muchos momentos en los que me he sentido como Forrest Gump, conociendo a algunas personas muy importantes del mundo de la música, la política, las artes o la diplomacia, o viviendo algunas experiencias de lo más interesantes, de la forma más inesperada y fuera de lugar. Después de todo, para un chico de Pamplona, no es lo más normal de esperar. Como esto va de música de cine, y también porque es uno de los momentos más felices de mi vida, cabe destacar ( siempre lo recordaré con cariño) el haber tocado bajo la batuta del legendario John Williams, cuando contaba sólo con 19 años, con lágrimas en los ojos al ver entrar en la sala de ensayos a uno de mis grandes ídolos de la música, y quien fomentó en mi ser este amor por la música. También podría hablar sobre mi charla con el conocido Randy Newman sobre su canción para Toy Story, el concierto con el hijo de Elmer Bernstein, conocer a Alan Silvestri, mis experiencias en los estudios de grabación de Hollywood o mi apreciada amistad con el compositor español Oscar Navarro, de quien estoy seguro oiremos mucho en los próximos años. Todo esto, sin embargo, tan increíble como inverosímil, no se asemeja en nada al regalo venido del cielo durante este último año.

Ahí estaba yo, en Londres, cursando un Master en trompa y dirección en el Real Conservatorio de Londres, creando una orquesta de cine para disfrutar de la música que más me ha puesto los pelos de punta. Con mucha ilusión, ganas de trabajar y de disfrutar de ello, pregunté a mis compañeros de estudios cuales eran sus 5 obras preferidas en el género de la música del séptimo arte. Para mi sorpresa, de entre todas las posibles candidatas, 2 de esas cinco pertenecían al legendario Michael Kamen. Yo no me considero (y no debería hacerlo), un experto en esta música. La adoro, la disfruto y me apasiona, pero gente como vosotros en AsturScore, sabéis muchísimo más sobre ella, os aseguráis de que no se pierda en el olvido de discos de bandas sonoras y películas en DVD. Pero este nombre me resultaba familiar, ya lo había escuchado antes. Al leer los resultados, mi memoria se teletransportó a mis primeros años de adolescencia, más o menos 2002 y 2003, cuando durante más de un año me enamoré completamente de 4 minutos de música, los cuales escuché una y otra vez hasta la saciedad, para después seguir escuchándolos un poco más. Si las fechas y duración os cuadran, sabréis que estoy hablando de la música de Hermanos de Sangre. Por aquel entonces, Michael Kamen no me resultaba muy conocido, yo sabía sólo de Horner, Goldsmith, Silvestri, Williams, Hans Zimmer… ¡Cuánta buena música me estaba perdiendo! Si aún no os habeís imaginado cual era la otra partitura de Michael que había quedado entre las cinco favoritas, os puedo decir que era la de la magnífica Robin Hood.

Con toda la ilusión  del mundo, y la misma cantidad de ignorancia en el tema, me dispuse a preguntar a la bibliotecaria orquestal del conservatorio, si ella podía ayudarme a buscar algunas de estas partituras para alquilarlas y usarlas en nuestro primer concierto. Forrest Gump o Piratas del Caribe fueron fáciles, y Joann Kane y otras editoriales nos las alquilaron sin problemas (bueno, pagando unos precios no muy baratos);  algunas como Los Siete Magníficos fueron un poco más complicadas, y recurrimos a la ayuda de la Orquesta de Cine Europea, basada en Berlín, y quienes hasta el día de hoy se han convertido en fieles ayudantes de nuestra humilde causa. Fue sin embargo, con Robin Hood o Hermanos de Sangre, que esta historia dio ese giro inesperado que aún no me creo; esa alineación de los astros por la cual después de muchísimos emails, largas noches de búsqueda en Internet y mucha ilusión por este proyecto y por la música que intentaba encontrar, fui a parar en la casa de Michael Kamen. Allí estaba yo, tomando café con Sandra Kamen, esa Sandra que Michael tantísimo adoraba, admirando el piano de un grande de la música (y digo música y no sólo de cine), tan perplejo y nervioso como emocionado, al estar en el mismo sitio en el que sabía que un grande, una grandísima figura de nuestro arte había estado presente. ¡Increíble!

Necesitaría 4 horas de escritura para narrar todo lo que ha sucedido desde entonces. Una transformación personal en la que me he convertido en un Kameniano de los pies a la cabeza. No sólo por su música, no sólo por su huella e impacto musical, sino sobre todo por su calidad humana, su grandeza como persona y como impulsor de la música y la cultura. Mi fascinación por su persona se extiende más allá de una fijación temporal, y me siento muy afortunado de haber podido organizar el único concierto monográfico en el mundo que conmemoró el décimo aniversario de este grande, con su familia y sus amigos presentes, todos ellos testimonio vivo de lo grande que este hombre era. Queda la anécdota de su pequeño nieto, Jasper, a quien él nunca conoció, admirando los videos de su abuelo hablando en la pantalla del auditorio y preguntando: ¿Es ese señor el abuelo? Ojalá alguien hubiera respondido: No importa Jasper cómo de grande pienses que él fue, seguro Michael hubiera estado mucho más orgulloso de ti; de Sandra, de Sasha y de Zoe.

El 18 de Noviembre, aniversario de su muerte, buscando en la web artículos sobre Michael me topé con una página web en la que de verdad sentí la misma pasión por esta música, por este hombre. El podcast sobre Michael Kamen de AsturScore fue genial, de una exquisitez tremenda y un contenido increíble. La editorial sobre Michael, me dejó sin aliento a mí, y con lágrimas en los ojos a su hija Zoe, cuando se la traduje ayer mismo. Agradezco de corazón este mes de tributo de AsturScore a Michael Kamen; es necesario, ¡es precioso! Espero que esta relación entre vosotros y yo sea el comienzo de algo muy especial que honre la memoria de este gran compositor y mejor persona.  Creo que no es casualidad que un compositor que me marcó tanto en mis años de adolescencia (a través de su música aunque aún no aún de su persona) haya aparecido de nuevo en mi vida en este preciso momento. Su hija me contaba que él, como yo, pensaba que las coincidencias no existían. El, como yo, adoraba la dirección orquestal como un niño adora un set de trenes eléctricos (así me contaba Sandra que Michael comparaba su amor por la dirección). De momento, y hasta que la próxima vez lo permita, os doy desde Londres mi más sentida enhorabuena por un fantástico trabajo. ¡ES UN VERDADERO HONOR!

Pablo Urbina es el Director Principal de la London City Orchestra, así como Director Musical en RCM Student’s Film Orchestra, profesor de trompa y miembro del Quinteto Cataleya www.cataleyaquintet.com


Penka D. Kouneva

Sobre Michael Kamen (25 de Julio de 2009):

Debo reconocer que Michael Kamen, y su banda sonora para la película “Brazil” de Terry Gilliam, han sido una de las más profundas inspiraciones en mi persecución de una carrera como compositora de música para cine. Fui muy afortunada de conocerle en persona durante el Taller de Compositores de Sundance en 2001, donde él fue nuestro Tutor.

El 12 de agosto de ese año, en el concierto de música de cámara VOCES DE HOLLYWOOD (parte del Festival de Música de Beverly Hills), mi música sonó junto con la de Michael Kamen. Me sentí increíblemente inspirada y honrada… y he estado recordando últimamente, sobre la importancia que tuvo para mí esta fortuita programación de conciertos.

He sido una gran fan de Michael Kamen desde que en 1981 conseguí mi primer doble álbum de THE WALL de Pink Floyd. Pink Floyd fue mi salvación durante los duros, solitarios y reprimidos años de mi adolescencia. Mi hermana Bonnie y yo éramos fans apasionadas de Pink Floyd, y escuchábamos su música constantemente. Compré el álbum THE WALL en el mercado negro, y pagué algo así como el equivalente a 3 meses de mi dinero para chucherías. (El disco “usado”, naturalmente, había que esconderlo. Mi compra – tanto ilegal como incorrecta – tenía que permanecer escondida de mis padres, y ser profundamente enterrada en el cajón). Cuando no podía escuchar el disco, traducía todas las letras del inglés al búlgaro, estudiaba cada imagen, línea, pincelada y crédito en la funda del disco. Encontré este nombre… Michael Kamen… que había contribuido en los arreglos orquestales, incluidos en la mayoría de las canciones más catárticas: Comfortably Numb, The Trial, Hey You, Bring the Boys Back Home y otras.

“Kamen” en todos los lenguajes eslavos significa “piedra” y es además un precioso nombre búlgaro para hombre. (Posteriormente pude averiguar que el apellido familiar era Kaminsky y que descendía de antepasados Judíos Polacos, pero que debido a la cuota de estudiantes Judíos en las universidades, el padre de su abuelo tuvo que cambiar el apellido a Kamen)

En 1986, cuando todavía estaba en Bulgaria, vi “BRAZIL” (1985) de Terry Gilliam y esta película se convirtió en LA iluminación, la catalista, el relámpago, y una de mis tres películas favoritas de mis años de formación. Me sentía totalmente identificada con BRAZIL, con sus temas represivos, con el consumismo, con la burocracia y con la dictadura totalitarista. Después de todo, la posibilidad de alguien llamando en tu ventana y arrestando a tu familia, ha sido una realidad durante muchas generaciones en la Bulgaria comunista, y una amenaza perceptible que me ha perseguido durante toda mi niñez. Pero entonces… las imágenes de BRAZIL… el simbolismo de los monolitos, los enanos… los significados por capas… el negro sarcasmo, el esmirriado protagonista, los caracteres grotescos, los paisajes devastados y los carteles…. Una crítica genial de un sistema social empaquetada como una comedia-resto-futurista negra con una  insana extravagancia de ciencia ficción.

“BRAZIL”… la banda sonora… me golpeó como un relámpago de proporciones cósmicas. El arreglo de Kamen para la divertida y escapista canción de Geoof Muldaur BRAZIIIIL, todas sus apariciones orquestales, la escena clave en el silo cuando el personaje de Robert DeNiro planea para salvar al desafortunado protagonista de la silla de tortura, acompañado de una gloriosa fanfarria de esperanza… Podría decirse que “Brazil” fue la experiencia cinematográfica y musical más genial, más fuerte, más visceral y más profunda que pude sentir en aquel momento. Su impacto sobre mi fue trascendental.

Me sentía tan profundamente identificada con Kamen: habiendo estudiado en la escuela Julliard, él venía de una formación clásica, y después dio el salto a la música popular y a la música de cine, creando últimamente un espectacular estilo de composición que fusionaba melodías tradicionales con vanguardistas, clásicas con vernaculares, o rock con los más íntimos solos. Era mí modelo a seguir y la estrella que me guiaba. Me identificaba con él porque – al igual que en mi casa – él creció en un entorno culto que habitualmente incluía “salones” (casas de conciertos), tocaba corales de Bach en su clavecín y en su Oboe…. y realizaba arreglos para estrellas de rock icónicas. Durante los 80, en mi país todavía había una división entre un concierto de música clásica y la música rock. Uno no podía estar haciendo ambas cosas… pero Michael lo hacía todo, y yo estaba determinada a encontrar la forma de poder hacerlo también.

En 2001, tuve el fantástico privilegio y honor de ser seleccionada como miembro del Taller de Compositores de Sundance. Michael participó en él al final de la primera semana. Yo era una fan obnubilada por su ídolo, con el corazón palpitante. Este era mi gran momento para conocer a la Estrella de mi Juventud!

Él siempre vestía en camisas de seda púrpuras, perfectamente planchadas. Era un hombre alto que imponía, y andaba con un bastón. A pesar de su dolor físico (manteniendo su Esclerosis Múltiple en secreto), él siempre tenía una sonrisa contagiosa, y la más intensa y penetrante de las miradas. La primera noche en el bar, me presenté como fan suya desde mis años adolescentes, y le hablé del impacto que tuvo “BRAZIL” en mí. Él hizo humildemente el símbolo de “namaste” mientras yo mencionaba el nombre de Terry Gilliam. (Me di cuenta que Terry Gilliam era un tema espinoso…. Una vez compañeros inseparables en muchas películas fantásticas, incluida EL BARON DE MUCHAUSEN, posteriormente siguieron caminos separados).

Como asesor, Michael era cortés y estimulador. Detrás de su encantadora sonrisa estaban esos ojos fieros y taladradores — probablemente, intentando asegurarse de que supieras en lo que te metías cuando decías que querías componer música de cine. Gracioso y profundo, juguetón y mortalmente serio, hablando sobre componer de forma intelectual pero visceral simultáneamente… una presencia gigante, con una personalidad gigante.

Sus anécdotas eran para morirse… como esta: durante la reproducción de las pistas, cierto director se comportó de forma quisquillosa y quejumbrosa, y el perro de Michael, se echó un pedo directamente en su cara …

En otoño de 2003, Daniel y yo vimos juntos OPEN RANGE, un western melancólico, con una preciosa y encantadora banda sonora de MK. Más tarde ese otoño, le escribí mi Tarjeta de Navidad justo el día antes de que falleciera.

Me equivocaría si no agradeciera a Sharon Farber por invitarme a enviar una pieza para este programa el 12 de Agosto. Gracias Sharon, mi buena amiga ! Y también le debo la más profunda gratitud a Peter Gould…. Karmicamente, estamos en el mismo programa. Un gran amigo desde mis tiempos de Sundance, Peter me colocó recientemente como orquestadora para el show rock-sinfónico del miembro de Police, Steward Copeland, llamado BEN HUR LIVE — un paso adelante para convertirme en arreglista para representaciones de rock.

Michael Kamen, tu legado sigue vivo. Gracias por ser la estrella que me guía desde que tenía 14 años. Estoy aquí hoy, porque tú encendiste la antorcha y me iluminaste el camino.

Más información sobre Penka Kouneva en www.penkakouneva.com


Germán Barón

Michael Kamen era una personalidad singular dentro de la comunidad de compositores cinematográficos que nos acompañaron durante años. Personalidad optimista, amante de la vida, de la música, de su mujer y sus hijas (a las que siempre dedicó todos sus discos). Nunca lo conocí personalmente pero a través de su música siempre me generó esta sensación, de joi de vivre, ese buen rollo.

Su muerte fue un mazazo, muy joven, muy rápido. El maestro nos dejo demasiado pronto -suena a tópico- pero en el caso de un compositor de su magnetismo, de su carisma y de su estilo característico me parece necesario recalcarlo de nuevo.

Para mi pensar en sus trabajos me retrotrae primero a sus colaboraciones con Pink Floyd (“The Wall” el film de Alan Parker, con unos arreglos extraordinarios) y con Metallica…También a sus dos antológicos conciertos para saxofón & orquesta y para guitarra eléctrica & orquesta (en esa valiente voluntad de unir dos mundos aparente alejados como lo clásico y lo moderno) con los que despacho dos obras maestras absolutas de la composición contemporánea.

Luego está el Kamen autor de música de cine: Ante todo un estilo, un sonido, una personalidad que se hizo rápidamente un hueco en los maestros de la década de los 80 y los 90. Autor de varios títulos emblemáticos del cine de nuestra adolescencia y juventud, siendo indiscutiblemente uno de los grandes creadores del cine de acción de aquellos años (rivalizaba probablemente en los mejores proyectos con Jerry Goldsmith…Y tuvo la gran suerte de aliarse a Joel Silver) antes de que la música de piloto automático y el garrafón acabase aniquilando con la buena música cinematográfica.

Kamen, con un particularisimo estilo sinfónico que a veces era mezclado con sus nunca disimuladas raíces rockeras (a las que nunca renunció ) creo inolvidables y emblemáticas sus creaciones para “Die Hard” , la ochentera “Highlander” (colaborando además con el grupo Queen), la saga “Arma Letal” (con sus amigos, colegas David Samborn y Eric Clapton), también en ese vehículo divertido para Arnold Schwatzenegger que fue “El Último Gran Héroe”… o especialmente una joya que nunca me cansaré de reivindicar: Su espléndida aportación a la saga James Bond que fue “Licencia Para Matar” (y una pena que no lo volviesen a llamar y que la grabación discográfica sea una de las peores de la saga)…

En ese estilo más cañero y muscular del maestro, no puedo dejar de citar la sintonía de “Edge Of Darkness” música para una serie de la BBC y probablemente uno de los leitmotivs más geniales, poderosos y rematadamente potentes que he escuchado en la vida (con la colaboración en la guitarra eléctrica de su amigo Eric Clapton).

Luego están dos campos que me seducen igualmente: El Kamen más rematadamente sinfónico, con esas obras maestras totales tales como “Brazil” (en un brutal trabajo de orquestación y arreglos del tema mítico de Barroso), “Las Aventuras del Baron Munchaussen” (para mí la cumbre de su estilo), “Robin Hood Principe De Ladrones”, su única colaboración con David Cronemberg en “La Zona Muerta”, su maravillosa aportación al cine de animación con “The  Iron Giant” o su despedida del cine por la puerta grande –nada menos que con un western!!- con esa memorable partitura & película que es “Open Range” dirigida por el infravalorado Kevin Costner.

No, no me olvido,  queda el Kamen más intimista, con pequeñas piezas delicadas y de orfebrería musical: “The Winter Guest”, o bien un sinfonismo más romántico y apasionado en  “What dreams may come” , “Mr Holland Opus” o “Circle Of Friends”…Todas ellas demostración de la pasión con la que enfocaba cada proyecto.

En definitiva, el paso y el poso de los años hace añorar su personalidad en una época como la actual. Siempre me lamentaré de no haber podido verlo durante su concierto en Valencia en los años 90 (lo hicieron entre semana y me fue imposible escaparme) y guardo como un tesoro un par de cds firmados (“Licence To Kill”, “The Last Action Hero”) y un vinilo (“Robin Hood Prince Of Thieves”) que amablemente le pasaron mis amigos que si lo disfrutaron.

Recuerdo que mi amigo Jordi Rosell tiene en su casa una foto abrazado a Kamen, siempre que vi esa foto -además de sana envidia- sentí como la imagen transmitía ese buen rollo, ese amor a la vida y a la música del maestro. Un sentimiento que cada vez que repaso una bso o una composición suya se me vuelve a contagiar.

Germán Barón Borrás es profesor de Medios Audiovisuales, compositor de músicas para cortos, colaborador en la organización del Festival de Música de Cine Ciudad de Úbeda, aficionado y loco por las bandas sonoras desde que empezó a fijarse en ellas en su más tierna infancia.


Mikael Carlsson

En el verano de 2011 asistí al Festival Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda para producir un concierto coral de música de cine. El festival contaba con un homenaje al fallecido Michael Kamen y algunos de los compositores asistentes habían trabajado con el mítico maestro durante los últimos años de su vida. Christopher Lennertz y Blake Neely estaban allí, interpretaron su música y contaron historias muy conmovedoras sobre el tiempo que pasaron con Michael.

Para el bis de mi concierto coral tuve la idea de regalar al público una sorpresa: una versión “a cappella” del hermoso tema de Michael para Hermanos de sangre. Había arreglado yo mismo la composición, sin palabras, compuesta originalmente para orquesta y coro, para que la interpretara el Coro Ziryab.

Había en marcha una energía muy emotiva durante el concierto, que tuvo lugar en una gran iglesia con una acústica estupenda y mucha gente sintió que este tema fue un momento destacado y una hermosa manera de cerrar el concierto, y, de hecho, todo el festival, ya que esto era su broche final.

Tengo un recuerdo muy vívido de este concierto. Mi novia (ahora mi mujer) y yo nos sentábamos pocas filas detrás de Blake Neely y su esposa, Beth. Cuando el coro llevaba cantando el arreglo de Hermanos de sangre un rato, no pude evitar darme cuenta de que Blake inclinaba la cabeza, susurraba algo a Beth y, entonces, sacudía la cabeza… ¡y yo me quedé de piedra! Por aquel entonces no conocía a Blake personalmente y temí que pudiera odiar el arreglo.

Tras el acorde final de la pieza, Blake se dio la vuelta para captar mi mirada y yo apenas podía mirarle. Pero lo que esos amistosos ojos azules transmitían era otra cosa. El tema había conmovido a Blake hasta hacerle llorar y este homenaje a su gran mentor obviamente reflejaba el espíritu de Michael de una manera conmovedora.

No cuento esta historia para demostrar mi propio éxito, sino para intentar ilustrar el gran impacto que Michael Kamen y su música tuvieron en la gente con la que trabajó y, por supuesto, también en su público. Después del concierto en Úbeda, conseguí los derechos para editar en CD la última composición de Michael, Back to Gaya, en mi sello MovieScore Media. Al trabajar en la masterización del disco y en el orden de los temas con sugerencias de colegas de Michael, incluyendo a Blake Neely, Ilan Eshkeri, Steve McLaughlin y Chris Brooks, resultó más que aparente que la devoción, el amor y el respeto que la gente de la industria, y especialmente los miembros de su equipo, sentían por Michael Kamen era inconfundible.

Nunca coincidí con Michael en persona, pero durante mis días de periodista especializado en música de cine mantuvimos contacto esporádico a través del correo electrónico o por teléfono. Era una de esas personas llenas de generosidad que te hacían sentir como si lo conocieras desde hacía décadas. Siempre respondía cualquier pregunta sin toda esa mierda llena de politiqueo que a veces parece impregnar estos días las entrevistas a los compositores de cine. Se preocupaba mucho por su música. Si por alguna razón la película no era apropiada para él, por lo menos al final de su carrera, dejaba que otro le pusiera música. Cuando abandonó Tomb Raider en el 2001, me escribió una nota: “Tan buena como Tomb Raider pueda ser y tan atractiva como es Angelina Jolie, me siento mucho más adecuado para trabajar en proyectos en los que estoy más implicado emocionalmente como Hermanos de sangre”. Y cuando resultó que no sería él quien compondría El exorcista de Renny Harlin, se limitó a decir: “Hay decepciones en el mundo, pero sospecho que, en realidad, el cambio de compositor en El exorcista no tiene nada que ver conmigo. Es prerrogativa del director y yo voy a ocuparme de hacer música sin fechas límite.”

Esta pasión por la música por encima de todo es quizá algo que a veces echamos de menos en el mundo de la música de cine actual. La industria tiene buenas razones para recompensar a los compositores que siempre sitúan a la película en primer, segundo o tercer término y su propia pasión por la música en algún lugar mucho más abajo en la lista. Y estoy seguro de que cualquier compositor de cine por ahí diría que la película es siempre lo primero. Estoy seguro de que eso es lo que Michael decía también -¿pero a qué precio? Michael Kamen escribió ciertamente partituras increíbles que servían a la película de la mejor manera posible, pero, en mi opinión, el verdadero impacto emocional, sin máscara, de su música venía siempre del corazón de Michael más que de la narrativa fílmica. Tenía una cualidad que demostraba honestidad.

Creo que tenía que ver con su pasión por la música –y por la vida.

Más sobre Mikael Carlsson en mikaelcarlsson.com


David Doncel

Michael Kamen fue un grande. Lo sigue siendo. Bueno, su legado. Su música. Sus discos siguen saliendo a la venta gracias a distintas casas discográficas especializadas de música de cine, lo que convierte a su tremendo catalogo de buenas bandas sonoras en algo realmente vivo.

Pero claro, como la mayoría de grandes compositores, artistas, creativos, que finalmente tienen que dejarnos por ley de vida, uno echa de menos esa ultima banda sonora compuesta para esa película que todos podemos ver en cines. Algo que aun podemos disfrutar con grandes como John Williams o Ennio Morricone (y que sea por muchísimos años).

La desaparición de Michael Kamen supuso una pérdida increíble para el arte en general y para el mundo de la música en particular. Ya sabéis que no solo se dedicaba a componer para cine. Era un arreglista prodigioso y su relación con el mundo del rock nos ha dado a los amantes de este género más de una alegría.

Bryan Adams ya no fue lo mismo sin el. Sus discos son ahora aburridos y es que nadie como Kamen sabía sacar mejor a relucir esos atributos que el canadiense tiene para la canción rockera melódica.

Los Metallica, y me perdonen los fanboys de este grupo, que los hay a puñados y muy agresivos (espero no perder una pierna después de esto), siguen sonando en todas sus canciones a lo mismo, salvo cuando Kamen metió mano en ellas y nos regalo esa brutalidad de directo que fue el S&M, con el “The Ecstasy of Gold” de Morricone, a modo de introducción, sonando mejor incluso que el original (que también me perdonen los fanboys de Morricone).

Su Concierto para Saxofón con David Sanborn una exquisitez solo propia de el. Su Guitar Concertó que lo emparejo a Tomoasu Hotei una delicia que le abrió al mercado asiático.  Kamen no era solo música de cine, pero gracias a la música de cine lo queríamos.

Me atrevería a decir que se fue en el mejor momento. A pesar de que mi banda sonora favorita del compositor sea “Los Inmortales”, creo que sus composiciones más completas andan entre “Open Range”, “Más allá de los sueños”, “Hermanos de Sangre” o sobre todo “El Gigante de Hierro”.

Para mi no cuentan ni “Contra las cuerdas” ni “En Busca de la Piedra Mágica”, composiciones a todas luces muy decepcionantes para su bagaje artístico y que obviamente coincidieron con su despedida, por lo que su implicación profesional no pudo ser plena.

Como Director de un Festival como el de Córdoba, y pensando egoístamente como programador, uno no puede nada mas que patalear como un niño, al saber que era un compositor perfecto para nuestro Festival.

Nunca lo conocí en persona, aunque si intercambie algún que otro mail con el. Una persona accesible, con un trato que ya lo quisiera algún que otro artista que no tiene la décima parte de su carrera profesional.

Kamen era grande como profesional y un grande como artista. Gracias a amigos comunes uno sabe que su éxito no se debía solamente a su talento, sino a un trabajo desmedido y a una dedicación por encima de cualquier cosa.

Un mensaje claro para generaciones futuras de que con el talento no basta. Hay que trabajar mucho y tener las ideas claras.

Acusado en su momento de mantener una tonalidad muy similar en sus composiciones, sobre todo en las de acción, uno piensa ahora en esto, en estos tiempos de clonaje absoluto,  – donde la personalidad se ha perdido para fomentar un sistema de trabajo unificado basado en el estilo de un señor, que personalmente me encanta, pero que por culpa de su sobreexplotación ya empieza cansar – y sonríe a sabiendas de que Kamen era una joya única con una intensísima personalidad en todo lo que componía.

Michael Kamen consiguió que aquellos que no lo conocimos en persona lo conociéramos en verdad gracias a su música. No era un compositor repetitivo. Era un compositor con una prodigiosa, brillante e intensa personalidad. Y su música fue igual de prodigiosa, brillante y personal.

Y una persona con esos atributos, independientemente de que sea artista, cuando se va, lo hace dejando un terrible vacío.

Y más aun si eres Michael Kamen.

David Doncel es actualmente presidente del Festival Internacional de Música de Cine de Córdoba (anteriormente Úbeda) y el PlayFest, además de escribir para la veterana BSOSpirit y es cofundador de Leitmotif Music.


Jon Broxton

Estoy seguro de que mucha gente, con toda razón, escribirá sobre lo gran compositor que fue Michael Kamen, y elogiará lo lírico de su música, pero quiero tomar unos minutos para recordar lo gran hombre que fue.

Michael Kamen fue el primer compositor de música de cine que conocí en persona. En 1998, cuando yo era joven e ingenuo y no sabía nada acerca de protocolo, tenía un exceso de entusiasmo y llamé a su oficina en su casa para preguntar si podía entrevistarle – y sorprendentemente, me dijo que sí. En compañía de mi buen amigo James Southall, un destacado escritor y crítico de música de cine, me presenté en su casa de estilo georgiano en el barrio de Notting Hill de Londres, armado con una grabadora y una lista de preguntas que no tenía ninguna duda que ya le habían hecho mil y una veces antes, pero que yo iba a volver a preguntar de todos modos, porque no sabía lo que hacía. Michael abrió la puerta él mismo, y nos condujo al interior.

La casa de Michael era una celebración del arte. Mármol hermoso y suelos de azulejo, muebles antiguos y obras de arte, libros sobre música, pintura y arquitectura apilados por todas partes, una celebración visual de todo lo que hay de bueno en el instinto creativo. Había una hermosa y obviamente muy cara guitarra eléctrica, sobre una alfombra en el suelo de su estudio, y que tuve que rodear; Michael dijo con indiferencia, «Ah, sí, eso es de Eric Clapton, que estuvo por aquí ayer por la noche para trabajar conmigo en Arma Letal 4». Yo estaba increíblemente nervioso, pero Michael me recibió en su casa como un viejo amigo, me hizo sentir a gusto con su sentido del humor y su ingenio, y nunca me trató como un joven, ignorante y futuro periodista musical que era yo. Él respondió cada pregunta que James y yo le hicimos de forma pensativa, respondiendo con amplitud y detalle, dándonos su visión desde dentro del mundillo sin dudarlo. Posó para las fotos, nos hizo un tour por su oficina, e incluso nos dio una actuación improvisada en el invalorable clavicordio que guardaba en un rincón de su sala de estar. Fue maravilloso, y típico de cómo era Michael como persona.

Coincidí con Michael varias veces durante los siguientes años. Se acercó a mi ciudad natal, Sheffield, a participar en un festival de cine y música que yo co-organizaba, cuando lo entrevisté en el escenario y presentó una proyección de su propia combinación película / banda sonora favorita, BRAZIL. Cené con él esa noche, y fue tan encantador y servicial como siempre. Tuve la oportunidad de asistir al estreno británico de su Millennium symphony, «THE NEW MOON IN THE OLD MOON’S ARMS», en la Royal Academy of Music de Londres en 2001, y fue anfitrión efusivo.

Cuando Michael murió en noviembre de 2003, pocas semanas después de anunciar que tenía esclerosis múltiple, la música de cine perdió a uno de sus verdaderos maestros. En los años previos a su muerte, había estado sin duda en la más impresionante etapa creativa de su carrera; no sólo escribió su maravillosa Millennium Symphony, sino que completó el álbum pionero de fusión de Heavy Metal «S & M» con Metallica y San Francisco Symphony Orchestra, así como un puñado de bandas sonoras verdaderamente excelentes, que van desde MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS al GIGANTE DE HIERRO a HERAMANOS DE SANGRE o a  OPEN RANGE. Mientras era justamente alabado por su trabajo para las películas de acción más populares en las franquicias LA JUNGLA DE CRISTAL y ARMA LETAL, el verdadero corazón de Kamen se podía encontrar en estas otras obras más íntimas, líricas y personales, las cuales hablaban profundamente de su personalidad, su calor, y su generosidad.

Además de la popularidad de su música, el legado de Michael también continúa a través de la Fundación Mr. Holland’s Opus, que se inició a raíz de su trabajo en la película del mismo nombre. La Fundación, tiene como objetivo proporcionar oportunidades a los niños de las comunidades desfavorecidas, dándoles acceso a instrumentos musicales y enseñándoles en escuelas de música, que de otra manera no podrían costear en sus programas escolares. Su dedicatoria habitual en notas del interior de sus CDs dice  – » Todo es por Sandra, Sasha y Zoe » – y nos da una idea de su amor por su familia, que se mantiene firme junto a su compromiso de ayudar a los necesitados.

Michael Kamen fue realmente un gran compositor de cine, y su muerte nos privó de años de música potencialmente maravillosa, pero es por sus cualidades como ser humano, por las que más se le echa en falta – mucho más -.

Jon Broxton es presidente de la International Film Music Critics Association (IFMCA) la asociación internacional más importante que agrupa miembros de todo tipo de medios de comunicación. Más sobre Jon en la web de IFMCA.


Randall D. Larson

La muerte de Michael Kamen a la temprana edad de 55 años el 18 de noviembre de 2003, puso fin a una carrera diversa en la música popular, privando a las nuevas películas en casi todos los géneros del cine, de una voz musical y una personalidad únicos.

Nunca tuve la oportunidad de entrevistar a Michael Kamen yo mismo, pero corregí algunas sesiones de preguntas-respuestas hechas por otros para la revista Soundtrack. Cuando estaba investigando su banda sonora para el thriller de los 2000 viajes en el tiempo FREQUENCY para un libro mío, escuchar su comentario de audio en la edición en DVD de la película, fue una revelación maravillosa: era una conversación tan agradable y sincera, que me sentí como si estuviera sentado en su estudio dedicándole gran atención, mientras él hablaba con entusiasmo y coloquialmente conmigo sobre sus experiencias de componer para esa película, obteniendo el tipo de música correcta para sus diferentes giros dramáticos y vueltas argumentales. Oyéndole hablar, realmente se me personalizó la tragedia de su muerte prematura, y el dolor se me hizo muy palpable a medida que le escuchaba.

Su música ha sido una parte maravillosa de mi crecimiento como un aficionado de la música de cine – e incluso antes de eso, con su trabajo con Mark Snow como fundadores de The New York Rock and Roll Ensemble en 1966, una de las primeras bandas híbridas Estadounidenses que popularizó el rock and roll orquestal. Siguiendo el mismo tipo de «Doble Vida» del que Miklós Rózsa había hablado, Kamen mantuvo un pie en dos mundos – la música de cine y la música popular – la mayor parte de su vida profesional, proporcionando arreglos orquestales para el álbum de Pink Floyd, The Wall, que le llevó permanentemente a Inglaterra, donde obtuvo encargos adicionales para componer partituras de ballet y música de cine. Más tarde trabajaría con Eric Clapton y Metallica, fusionando su música rock y metal con acompañamientos orquestales complementarios.

Una de sus primeras partituras fue para VENENO (1981), la historia de una serpiente venenosa suelta en una finca de Londres, que fue seguida poco después por LA ZONA MUERTA (1983) de David Cronenberg, donde sustituyó al compositor habitual del director, Howard Shore, que al parecer, había sido destituido por la empresa DeLaurentiis en contra de la voluntad de Cronenberg. Estando muy interesado en la ciencia ficción y la música de cine para películas de terror, me quedé bastante impresionado con estas partituras, pero era su música para BRAZIL (1985) de Terry Gilliam la que realmente golpeó mi idea de retro-futuro. A Kamen se le pidió que basara gran parte de esa partitura en la melodía pop de 1930 de Ary Boroso, «Brazil», una canción a la que tenía poco aprecio en aquel momento. Pero se encontró con su belleza cuando escuchó una grabación brasileña original de la canción, a diferencia de la versión sensiblera, con iteraciones pop estadounidenses que había crecido escuchando, y pasó a desarrollar una partitura que encaja con la visión enigmática y desconsolada de Gilliam de un futuro burocrático. Desde sus tranquilos momentos humorísticos, a su amplia fantasía épica, Kamen centró su música casi por completo en el personaje – y fantasías – del protagonista Frank Lowry. Cuando Gilliam volvió a pedir a Kamen que compusiera LAS AVENTURAS DEL BARON MÜNCHAUSEN en 1988, el compositor estaba más que dispuesto a formar parte del proyecto. En ROBIN HOOD, PRÍNCIPE DE LOS LADRONES (1991) de Kevin Reynolds, también contrastó un pródigo tema heroico/aventurero para el arquero titular, con un tema de amor muy complejo para Robin y Miriam, como lo haría en la versión de Stephen Herek de 1993 de LOS TRES MOSQUETEROS.

De Gilliam y Robin Hood a Riggs y Murtaugh, John McClane y James Bond, el Kamen desde finales de 1980 hasta finales de los años 90 demostró ser un formidable compositor de películas de acción, trasladando su música pop inteligente, a partituras orquestales musculosas y agresivas que rocanroleaban con emoción sinfónica. Kamen fue el primer compositor en ponerse en los zapatos musicales de James Bond cuando el compositor habitual de 007, John Barry, cayó enfermo después de componer ALTA TENSION; En LICENCIA PARA MATAR (1989) Kamen pudo imprimir su propio estilo al entorno musical de James Bond, sin apartarse demasiado del sonido característico desarrollado por Barry. Posteriormente pasó a componer las siguientes dos películas de LA JUNGLA DE CRISTAL (1990, 1995), todas las cuatro películas de ARMA LETAL (1987 a 1998), manifestando en cada una de ellas una destreza para la composición de música de acción de forma significativa. Exploró los mundos de la ciencia ficción en el thriller oscuro HORIOZNTE FINAL de Paul WS Anderson (1997) , manteniendo a la audiencia al límite con una mezcla inquietante de orquesta y techno, y escribió una partitura romántica conmovedora para MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS (1998), una película basada en la metafísica novela fantástica de 1.978 de Richard Matheson, sobre un hombre que muere y va al «cielo», sólo para descender a los infiernos para rescatar a su esposa (Kamen remplazó una partitura compuesta por Ennio Morricone, que se consideraba demasiado emocional por los cineastas).

Escuchando de nuevo a sus primeros días en la ciudad de Nueva York, Kamen tomó su tema principal de una canción llamada «Beside You» que había coescrito con Mark Snow en la década de 1970, cuando ambos formaban parte de la New York Ensemble; su hermoso lirismo establecía un contraste severo a su interpretación sonora brutal del infierno, contrastando su vago páramo con el constante tema de anhelo romántico que impulsa al protagonista.

Kamen compuso una partitura brillante y magníficamente melodramática en la lujosa versión de Disney de acción en vivo de 101 DALMATAS (1996) y música igualmente carismática para la película animada de ciencia ficción de Brad Bird EL GIGANTE DE HIERRO (1999). Bird había musicalizado temporalmente EL GIGANTE DE HIERRO con una colección de música de ciencia ficción de los años 50 de Bernard Herrmann, lo que provocó que Kamen fuera a buscar a la Orquesta Filarmónica Checa en Praga para grabar la partitura, con el fin de darle una auténtico sabor antiguo de Europa del Este. Trabajar en compañía de Tom Hanks, dio lugar a dos de los mejores esfuerzos de Kamen – dos episodios de la miniserie de la Segunda Guerra Mundial HERMANOS DE SANGRE y tres de la miniserie del programa espacial DE LA TIERRA A LA LUNA, ambas partituras que resuenan con íntimo orgullo de hermandad, logro, y tragedia.

Luego vino que uno de mis favoritos, el thriller de viajes en el tiempo FRECUENCY (2000) de Gregory Hoblit, en el que un padre y su hijo se comunican a través del tiempo usando una radio de onda corta, con consecuencias inesperadas. La música de Kamen resta importancia a los conceptos de ciencia ficción que establecen el escenario para la historia, y se centra en cambio en la relación entre padre e hijo, que es el eje de la historia. «Fue una película muy curiosa de hacer, porque tenía partes de acción en ella, grandes escenas en un incendio, y un asesino loco corriendo por la ciudad … pero no era una película de acción», dijo Kamen en el comentario del DVD. «Ciertamente no se ve como una película de acción… Se integra en una historia mucho más profunda sobre los dos personajes principales, la forma de llegar de unos a otros y la forma de cambiar realmente el futuro por el hecho de responderse y ser capaz de comunicarse a través del tiempo»

X-Men (2000) de Bryan Singer, una de las primeras grandes encarnaciones cinematográficas de los Súper Héroes de Marvel, fue la siguiente partitura de Kamen. El éxito de la película de Singer llevó a una serie de películas de X-MEN y provocó el resurgimiento del género de superhéroes, que como hemos visto, se ha disparado en la última década. La partitura orquestal de Kamen para X-MEN es un ejercicio vibrante para orquesta y sintetizadores, tanto como una mutación de lo acústico y de lo electrónico, como de las anomalías humanistas con superpoderes que corresponden a los héroes de la película.

Michael Kamen murió mientras se encontraba componiendo para la película de fantasía animada alemana EN BUSCA DE LA PIEDRA MÁGICA, y la partitura fue completada por un equipo encabezado por sus asociados de hacía tiempo, Steve McLaughlin (ingeniero de producción/grabación) y Christopher Brooks (editor/productor musical), utilizando bocetos inconclusos de Kamen, complementado con la música utilizada en proyectos de películas anteriores, y con música adicional compuesta por Ilan Eshkeri (ahora un compositor de cine importante por sus propios méritos) y Robert Elhai (orquestador principal de Kamen durante muchos años). Afortunadamente, su banda sonora para esta esquiva película de animación, ha sido editada gracias a MovieScore Media, permitiendo que su trabajo final pueda ser escuchado  y se tenga en cuenta.

«Aunque Michael no estaba allí para realmente personalizar la música para las imágenes, se puede oír su voz en cada barra, en cada matiz, en cada frase de la partitura», señaló el productor del álbum, Mikael Karlsson – sus palabras son ciertas para prácticamente todo lo que Kamen escribió para el cine; su entusiasmo y su gusto se derraman en cada pieza de música estruendosa de batalla, y en cada frágil y conmovedor soliloquio.

Diez años es un difícil de aniversario para celebrar, pero uno de aquellos en los que vale la pena hacer una pausa en nuestras atareadas acciones diarias, para mostrar nuestro respeto hacia Michael Kamen el artista, el caballero, el cálido ser humano, el entusiasta. Lo extrañamos, junto con todas las maravillosas partituras que habría escrito en sus últimos años, pero su música sigue hablando en su lugar. Lo hace con la voz de la pasión, de la honestidad, del vigor y de la sensibilidad.

Randall D. Larson escribe habitualmente en diversos medios sobre bandas sonoras, entre los que destaca BuySoundtrax (BSX). Más sobre Randall en la web de IFMCA de la que es miembro.


Gergely Hubai

Cuando a uno se le pide rendir homenaje a un compositor de cine y a toda su carrera, se siente inclinado a argumentar en su favor y a explicar al público potencial por qué el compositor merece especial atención. O por decirlo de otra manera: ¿qué hace destacar a este compositor?, ¿cuál es esa cosa especial que nadie hace mejor? Permitidme responder a estas preguntas con la ayuda de un breve resumen que incluye algunas de mis composiciones favoritas de la obra de Kamen.

En el caso de Kamen, creo que lo que le hacía destacar era lo mismo que hacía que fuera un tanto menospreciado a ojos del público en general –es decir, su talento para colaborar con otros artistas, incorporando y adaptando el trabajo de otra gente, añadiendo su propia aportación al mismo. No nos equivoquemos, los compositores suelen ser un puñado de gente con mucho orgullo, así que lo que Michael Kamen consiguió durante sus más de veinte años en la industria del cine requiere una clase especial de talento, uno que necesita una gran cantidad de mano izquierda y ese tipo de enfoque humilde y abnegado que es tan difícil de encontrar en un negocio tan increíblemente competitivo como éste.

La razón de este talento nace de la experiencia previa del compositor en la escena Pop/Rock de Londres. Como arreglista y músico de estudio, Kamen trabajó con Pink Floyd y coprodujo con la banda The Wall (1982), al colaborar en las canciones y en la banda sonora en general con las sesiones de orquesta. Este trabajo resultó un buen campo de entrenamiento en comunicación humana, ya que Pink Floyd estaba a punto de romperse en pedazos, visto que Roger Waters dejó el grupo en 1985. Pero Kamen sobrevivió y fue una de las pocas personas que pudo manejarse con el Pink Floyd en curso, tanto de Waters como de Gilmour, a pesar de que los propios músicos no se encontraban en los mejores términos. La música Rock está llena de egos que chocan y Kamen fue capaz de demostrar que podía seguir la dirección correcta en este negocio.

Mientras trabajaba en The Wall, el talento de Kamen fue descubierto por el percusionista Ray Cooper, que también era ejecutivo en Handmade Films (la compañía cinematográfica del ex-Beattle George Harrison). Cooper pensó que Kamen sería ideal para poner música a su siguiente película –el Brazil (1985) de Terry Gilliam, cuyo complejo proceso de producción llevó a cinco montajes diferentes de la misma. Pero la música también resultó problemática. Durante su primera reunión con Gilliam, Kamen quedó desconcertado al enterarse de que el tema principal ya había sido elegido: “Aquarela do Brasil” de Ary Barroso. Según sus propias palabras, Kamen se sorprendió de que esta ridícula canción, que era la melodía estándar para el baile del trenecito de las ceremonias del Bar Mitzvah judío, fuera la escogida y le molestaba hasta que vio la película: “Aquarela do Brasil” sonaba por todos lados y no se podía eliminar de la trama.

Kamen sacó el mejor partido posible de la situación y usó la canción preseleccionada en su beneficio. Examinando la melodía principal, desenterró material temático valioso después de quitar las partes “Xavier Cugat”. Usó el tema original, escribió sus propias variaciones y adaptó la melodía de Barroso, de una u otra manera, en virtualmente todas las escenas. Dado que había que pagar los derechos de la canción por cada minuto que fuera usada, la partitura completa fue examinada por musicólogos que tuvieron que determinar si cada sección de la música era la “canción de Barroso” o un “original de Kamen”. A pesar de que cada segundo de la partitura de Brazil estaba impregnado de la melodía original, el equipo de musicólogos, al final, determinó que la composición tenía más partes originales que citas de la canción –las variaciones de Kamen contaban por tanto como música original y Brazil salió ganando a resultas de ello.

Echemos un vistazo a una composición de Kamen menos conocida para encontrar un ejemplo similar: Mona Lisa (1986), de Neil Jordan, fue otra película en la que su título estaba inspirado en una canción y esa canción también tenía que aparecer en la banda sonora. La película de Jordan se desarrolla en los bajos fondos londinenses y cuenta la historia de un chófer a quien le encargan llevar a una acompañante exótica de cliente en cliente. La improbable amistad se subraya con dos canciones de Nat King Cole: la que da título a la película, “Mona Lisa”, y la aún más importante “When I Fall in Love”. A la vez que sonaban tal cual en la banda sonora, se le pidió a Kamen que incorporara elementos de ambas a su partitura e incluso llegamos a escuchar algunas maravillosas variaciones instrumentales/orquestales del material. Mona Lisa, originalmente lanzada por EMI y recientemente reeditada en CD por el sello especializado español Quartet Records, es un testimonio muy poco apreciado de la versatilidad del Kamen arreglista.

La participación de Kamen en la película de terror de Tobe Hooper Lifeforce – Fuerza vital (1985) fue otro trabajo ingrato para un compositor ya que se le pidió hacer la película aún más aterradora con su música. El compositor original de esta historia épica sobre una vampira espacial desnuda era Henry Mancini, que proporcionó una partitura sinfónica exuberante e incluso compuso un extenso “ballet espacial” para una secuencia en la que su música podía oírse durante quince minutos seguidos. Esta versión funcionó bastante bien en Europa, pero la película no fue solamente recortada para su versión americana, sino que además se consideró que la música era demasiado bonita para una peli de miedo y que habría de escribirse algo más aterrador. Kamen aceptó el trabajo, componiendo cerca de veinte minutos de espeluznante música híbrida para las escenas en las que los cortes eran tan grandes que la música original era insalvable. En este caso, no tuvo que adaptar –tuvo que trabajar alrededor de algo existente sin pisar los pies a nadie.

La obra maestra del compositor para Los inmortales (1986) se benefició y sufrió a partes iguales de la implicación de Queen, que suministraron a la banda sonora clásicos como “Princess of the Universe”, Gimme the Prize (Kurgan’s Theme)”, “One Year of Love”, Don’t Lose Your Head”, “Who Wants to Live Forever” y “A Kind of Magic”. Uno de los escasos triunfos artísticos en los que la estrecha colaboración entre el compositor de la partitura y un grupo popular resultaron en un todo único. Aunque hay un oscuro imprevisto en todo esto –a saber, que la partitura no ha sido editada en disco de manera legal por el momento. Mientras que las canciones de Queen conocieron una edición, las versiones no eran exactamente las que se oían en la película y queda bastante claro que es lo que más les interesa a los aficionados de Los inmortales: un CD que incluya las versiones de las canciones de Queen de la película junto con la partitura original de Kamen, ya que ambas son inseparables la una de la otra, sin que importe lo que los poderes legales tengan que decir al respecto…

Y ahí está el mayor intento de Kamen, un tema principal inmortal, su contribución a la décimo sexta película de la saga James Bond: Licencia para matar. El compositor había planeado originalmente el uso de un tema principal instrumental (a la manera de 007 al servicio secreto de su Majestad) e incluso había contratado a dos importantes guitarristas para la tarea: Eric Clapton (quien había trabajado con el compositor en Arma letal, entre otras cosas) y Vic Flick (el guitarrista del tema original de James Bond). Se escribió el tema y se filmó incluso un vídeo musical para ser usado como videoclip, pero los productores decidieron finalmente volver a las bases y dar a “Goldfinger” un toque contemporáneo de Rhythm and Blues con el “Licence to Kill” de Gladys Knight. El tema principal de Kamen para la película es todavía una de las leyendas urbanas más duraderas de la historia musical de James Bond, ya que nunca ha sido editado y se desconoce su paradero. El añadido relativamente tardío de “Licence to Kill” no permitió que se estableciera una fuerte conexión entre la canción y la partitura y la música de Kamen sufre, por desgracia, como resultado de este cambio. Tan sólo dos años después, Kamen se probó a si mismo en este frente con “Everything I Do, I Do It For You” –la canción principal de Bryan Adams para Robin Hood, príncipe de los ladrones era el tipo de éxito que los productores de Bond andaban buscando.

Aparte de en música Pop, Kamen también estaba bien versado en el mundo de la música clásica. Su incorporación del “Himno a la alegría” de Beethoven a Jungla de cristal y la inclusión de “Finlandia” de Sibelius a La jungla 2 (Alerta roja) se cuentan entre las más grandes y más inspiradas reinterpretaciones de música clásica en un ambiente contemporáneo. Pero he aquí un dato divertido: antes de la de Kamen en Jungla de cristal, la aparición cinematográfica más significativa del “Himno a la alegría” era la de La naranja mecánica de Stanley Kubrick, en la que éste (y otros) trabajos de Beethoven se empleaban para definir al personaje de Alex. Es menos conocido el dato de que otro motivo de la película de Kubrick (“Cantando bajo la lluvia”) también fue adaptado para la banda sonora de Jungla de cristal, pero todas sus apariciones principales se cortaron de la partitura y por lo tanto la cita musical se ha perdido para la posteridad. Algo que siempre me ha sorprendido como una elección extraña… Dos referencias musicales muy claras a La naranja mecánica en Jungla de cristal -¿podría tratarse de que Hans y sus compinches fueran los drugos de una nueva era?

Estos son sólo algunos de los aspectos más destacados que me vienen a la mente cuando pienso en la trayectoria de Michael Kamen, pero hay muchos más de los que estoy seguro que hablarán otros de buena gana. Lo que trataba de expresar es que Michael Kamen tenía un talento increíble para trabajar con música escrita por otros y era increíblemente diplomático cuando se trataba de estas situaciones tan poco ideales. Hoy en día la composición se percibe correctamente como un trabajo en equipo en vez de como un logro individual y éstas (y otras) bandas sonoras de Kamen deberían probar que Kamen no era solamente un líder increíble, sino también un jugador de equipo desinteresado que era un gran colaborador incluso si no había sido él el encargado de seleccionar a sus compañeros de equipo. Tanto si se trata de una canción escogida de antemano (Brazil), como de escribir alrededor del trabajo de una leyenda viva (Lifeforce – Fuerza vital), como de retirarse discretamente por razones comerciales (Licencia para matar) o como de evocar las más grandes composiciones clásicas para conseguir un efecto iconoclasta (Jungla de cristal) –Michael Kamen cumplía a la perfección las expectativas de los productores.

No hace falta decir que pocos cineastas se iban de su estudio insatisfechos…

Gergely Hubai nació en 1984 en Veszprém. Se graduó en la Universidad ELTE en Estudios Americanos e Historia en 2008. Actualmente estudia en el programa de doctorado de Estudios Americanos de ELTE. Su investigación analiza la relación entre la integridad artística y la industria del cine de Hollywood a través del análisis de bandas sonoras de películas rechazadas. Sus escritos y entrevistas sobre música cinematográfica han sido publicados en www.filmzene.net y otros lugares. Publica regularmente entrevistas, secuenciaciones de CD y vídeos de restauración de música de cine, en el blog Daily Film Music. También ha escrito un libro «Torn Music», acerca de las obras rechazadas.


Florent Groult

¿Por qué puedo decir que Michael cambió mi vida?

Todos podemos decir que un fragmento de música ha dejado una huella en nosotros. Pero para un músico no-profesional como yo, decir lo mismo acerca de la persona de un compositor, puede sonar un poco pretencioso. Sin embargo, para ser sincero, tengo que admitir que no puedo dejar de pensar que el mismo Michael Kamen tuvo indirectamente una verdadera influencia en mi vida.

Tuve la oportunidad – o debería decir la casualidad – de conocer al gran Michael dos veces, ambas en Lunéville, una encantadora pequeña ciudad del Este de Francia. En marzo de 1999 él era el invitado principal en Les Cinéphonies, un pequeño festival de música de cine organizado con mucha valentía por una escuela local de música. Junto con un amigo, decidimos hacer expresamente el viaje de ida y vuelta al lugar, solo para estar presentes en la gran velada musical, 700 kilómetros en un pequeño coche que parecía moverse solamente con nuestro entusiasmo! A pesar de ser imperfecto, el concierto fue emocionalmente inolvidable – todavía creo que conservo una vieja cinta de él en algún lugar – y tuvimos el placer de conocer brevemente al compositor entre bastidores, y compartir algunas palabras con él y pedirle una firma. Aunque parezca increíble, en esa noche tan especial, mi primer concierto de música de cine, mi primer encuentro con un compositor, no solo me sentía intimidado, sino que por alguna razón, me encontraba completamente…. mudo! No era capaz de articular una palabra y ni siquiera era capaz de deletrear mi propio nombre, de forma que fue mi amigo el que tuvo que hacerlo por mí! Con una cálida sonrisa, Michael me firmó una portada, añadiendo la mención “Vox humana” para convertirla en única. Y antes de que fuera el momento de regresar a casa, le estábamos ayudando a llevar las partituras que había dirigido a su coche. Vaya memoria más intensa! Pero la segunda sería más intensa todavía.

Dos años más tarde, en febrero de 2001, Michael volvió a Lunéville para una nueva edición del mismo festival, entre otros invitados como Vladimir Cosma. Esta vez, el evento era largamente esperado por toda la pequeña comunidad de música de cine francesa, y por mí en particular. El último día del festival, con algunos amigos que no perdíamos ninguna oportunidad, pudimos: acudir a los ensayos con la orquesta, hacer una entrevista (en este momento yo escribía para un fanzine llamado Colonne Sonore) y por supuesto, atender a otro maravilloso concierto, donde Michael se dirigió notablemente a si mismo por primera vez en la partitura The New Moon in the Old Moon’s Arms.

Después del concierto, fuimos los suficientemente afortunados de poder unirnos a la cena y a la fiesta final junto con la gente de la organización. En alguna ocasión, Michael y su mujer Sandra estuvieron descuidados por un rato, aislados al final de una larga mesa. Michael parecía un poco cansado (en este momento, no sabíamos que él ya estaba enfermo), pero era ahora o nunca: me acerqué a ellos y saqué un recorte de periódico de mi bolsillo. Me dieron la bienvenida con una gran sonrisa, como era habitual, y echaron un vistazo con curiosidad a la foto que tenía en mi mano. Les expliqué que provenía de un nuevo episodio de la serie de TV Colombo, llamado “Murder with too many notes” (Asesinato con demasiadas notas), donde un compositor de Hollywood asesina a su propio orquestador (y escritor anónimo). Ambos se rieron cuando vieron la foto del supuesto compositor, que extrañamente se parecía a Michael, y me explicaron que conocían la existencia de este episodio, pero que nunca lo habían visto hasta ahora (más tarde me enteré que había sido emitido en Francia en Mayo de 2000 pero no en otros países en aquel momento). Sandra me dijo que Billy Conolly, que hacía el papel del compositor, era de hecho un íntimo amigo suyo. Estaban encantados de ver esta foto y me lo agradecieron. Nunca olvidaré los ojos chispeantes de ambos, Sandra y Michael.

Por supuesto este momento único es todavía uno de mis recuerdos favoritos, pero esta velada en particular es todavía más importante para mí: fue aquí, en esta mesa, con Michael y Sandra sentados al final de la misma, donde definitivamente sellé una nueva y fuerte amistad con otro aficionado a la música de cine, Olivier Desbresses. Así que cuando finalmente decidimos lanzar nuestra página web siete años más tarde, UnderScores, y cuando fue el momento para mí de escribir las primeras líneas, la primera editorial, no tenía otra elección natural que hacer que poner a nuestro nuevo recién nacido bajo el aura espiritual de Michael Kamen.

Ahora, diez años después de su muerte, no hay duda de que su música se echa considerablemente de menos. Pero para aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocerle en persona, incluso brevemente, creedme, echamos de menos mucho más a la persona.

Va por ti, Michael.

Florent Groult es co-fundador y redactor del conocido magazine francés UnderScores. Más sobre Florent en su página y en la web de IFMCA de la que es miembro.


Ignacio Granda

Cuando un compositor de la talla de Michael Kamen dice adiós a la temprana edad de 55 años algo se quiebra en el corazón de los amantes de la buena música, en especial cuando se piensa en las obras que no han podido ver la luz. Su legado es uno de los más notables del séptimo arte debido a su envidiable capacidad camaleónica que ha hecho de su estilo un sello de innegable personalidad.

Neoyorquino de nacimiento, desde muy temprana edad su relación con la música caracterizó su vida. Primero como adolescente estudiante de Secundaria en The High School of Music and Art de Nueva York, y, con posterioridad, en la prestigiosa Julliard School donde se especializó en el oboe. Sus obras iniciáticas se centraron en las composiciones clásicas para ballet pero muy pronto su relación con la música pop y rock se hizo evidente, destacando en su posterior biografía sus célebres colaboraciones con bandas o artistas de la talla de Pink Floyd, Bryan Ferry, David Bowie, Metallica o Sting.

Hollywood llamó a su puerta a la temprana edad de 27 años y lo hizo de la mano de una irregular producción protagonizada por Sean Connery, El árabe (The next man, 1976), punto de partida a una carrera de imparable ascensión en la que participó en cerca de un centenar de películas, series de televisión y documentales.

En la década de los 70, aparte de la mencionada con anterioridad, tan sólo escribió tres bandas sonoras para la gran pantalla, por lo demás filmes de escasa o nula repercusión internacional y, por extensión, de su música. Sin embargo, los 80 supusieron un giro drástico en su vida como compositor cinematográfico, en especial a partir de la llamada del realizador canadiense David Cronenberg para componer la partitura de La zona muerta (The dead zone, 1983), en la que Kamen se inspiró en el Segundo movimiento de la Sinfonía nº 2 de Jean Sibelius (autor del que también arreglaría su Finlandia para Die hard 2), para escribir un score de intensa melancolía y lírico romanticismo.

Dos años después llegó su segunda gran oportunidad gracias al director británico Terry Gilliam y su Brazil (1983). En esta ocasión nos encontramos con la definitiva exposición del tremendamente carismático estilo de Kamen, pleno de inconfundibles tonalidades, y que deambula entre el clasicismo más enérgico y el experimentalismo más arriesgado, huyendo en última instancia de cualquier encasillamiento. Ambos artistas volverían a colaborar tres años después en una de las aventuras cinematográficas más arriesgadas y alocadas de finales de siglo: Las aventuras del Barón Munchausen (The adventures of Baron Munchausen, 1988). Lo excéntrico de la propuesta supuso una oportunidad de oro para el músico neoyorquino, quien sacó el máximo partido al componente circense del argumento ofreciéndonos todo un recital lleno de momentos majestuosos y épicos.

Aunque las obras comentadas supusieron un auténtico espaldarazo crítico y profesional, en realidad el score que le abriría de manera definitiva las puertas de Hollywood sería su colaboración con el grupo británico Queen para Los inmortales (Highlander, 1986), fantasía medieval dirigida por el irregular Russell Mulcahy que aúna con singular ingenio (no así sus olvidables continuaciones) el cine romántico con el fantástico y de aventuras.  Sinfonismo y música rock se hermanan con gran empatía formando un conjunto melódico en el que sobresalen los momentos más poéticos muy por encima de los meramente melodramáticos.

Siguiendo en la prolífica década de los 80 son de destacar las que pueden ser consideradas bandas sonoras clave del cine de acción: Arma letal (Lethal weapon, 1987) y La jungla de cristal (Die hard, 1988). Ambos scores son una muestra de su singular talento para subrayar los momentos más dinámicos de cualquier filme. Kamen crea dos obras abiertamente sinfónicas, llena de momentos inspirados, y que, como un personaje más, forman una simbiosis perfecta con ambas películas.

Tras scores más o menos afortunados, como Sospechoso (Suspect, 1987) o Licencia para matar (Licence to kill, 1989), Kamen llega a la década de los 90 con un bagaje definitivamente asentado dentro de la Industria, aunque, en cierta manera, un tanto encasillado por los productores en el cine de género; tal es el caso de las continuaciones de Arma letal o La jungla de cristal, o producciones más o menos afortunadasartísticamente como El gran Halcón (The great Hawk, 1991), El último boy scout (The last boy scout, 1991) o El último gran héroe (Last action hero, 1993). De todos modos, Kamen siempre intentó salir de la densa tela de araña aceptando encargos alejados de etiquetas superfluas; así, sobresalen por méritos propios la apasionada Resplandor en la oscuridad (Shining through, 1992), la vehementemente romántica Don Juan DeMarco (1994), la clasicista Profesor Holland (Professor Holland, 1995), el divertimento 101 Dálmatas (101 Dalmatians, 1996) o, sobre todo, la sobrecogedora Más allá de los sueños (What dreams may come, 1998), una de las bandas sonoras más importantes no sólo de su filmografía sino de toda la década.

Su última etapa como compositor, antes de su prematuro y llorado fallecimiento en 2003 a la temprana edad de 53 años, se caracterizó por las creaciones llenas de sutileza y contención en la que destacan dos scores de increíble belleza melódica: la miniserie televisiva Hermanos de sangre (Band of brothers, 2001) y Open range (2003). En el primer caso, huye del componente enfático para decantarse por una línea melódica más en apariencia ligera pero que, en el fondo, esconde un refinado sentido de lo trágico.

En cuanto al segundo, Kamen huye de los cánones tradicionales que, desde siempre, tomaban como referentes el estilo “americana” de autores consagrados como Leonard Bernstein, Aaron Copland o Jerome Moross, conformando una composición de bellísimas melodías que profundizan en el esplendor de los grandes espacios (en clara referencia al título del filme). Además, Open range resulta una especie de réquiem póstumo, pues es una de sus últimas banda sonoras, y dicho carácter imprime al score de un aire aún más melancólico e íntimo.

Michael Kamen ha sido, y será, uno de los compositores más emblemáticos de la música de cine. Es indudable que su prematuro adiós ha dejado en todos los aficionados un sentimiento de profunda aflicción, pena que intensifica en el fondo nuestra pasión por un autor sin igual que siempre permanecerá vivo gracias a su arte inmortal.

Sobre Ignacio Granda: Todo empezó hacia principios de los años 80, en plena efervescencia juvenil en la que sólo parecía tener importancia desde el punto de vista musical lo más “pesado” del hard rock. Por mis venas corría la sangre de bandas hoy ya míticas como Deep Purple, Led Zeppelin, AC/DC o Judas Priest. Sin embargo, mi pasión por la música se decantaba por la más pura paradoja: junto a las guitarras atronadoras había otra pareja de baile, grandes compositores clásicos como Mozart, Ravel, Rachmaninov, Elgar, Prokofiev y, en especial, Gustav Holst, no por situarse por encima de genios como los anteriores, sino por ser el compositor de la obra que me introdujo con posterioridad en el maravilloso mundo de la música de cine: «Los planetas».
Mis dañadas neuronas, a causa del veloz paso del tiempo, rememoran una primera incursión de la mano de Max Steiner y su «Lo que el viento se llevó». Corría el año 1982. Charles Gerhardt y su serie de Classic Film Scores abrió mis ojos a otro universo melódico que me presentaba a compositores de la talla de Max Steiner, Erich W. Korngold, Miklós Rózsa, Bernard Herrmann, Franz Waxman, David Raksin o Dimitri Tiomkin. Poco después, el desaparecido sello Belter publicaba póstumamente 50 vinilos que recorrían la historia de la música cinematográfica. De todos los que mis agujereados bolsillos pudieron comprar recuerdo con gran claridad el que más me impactó debido a su enérgico estilo lleno de fuerza y vigor orquestal: «Hawaii» de Elmer Bernstein. A partir de ese instante, Holst, Gerhardt, Steiner y Bernstein dieron paso a mi primer score contemporáneo: «El retorno del Jedi». John Williams. 1983. No podía ser otro. Fue el comienzo de una hermosa amistad con un género musical que va más allá de las modas, más allá de lo establecido, perfecto arquetipo de arte que rompe moldes y fronteras.


David Martínez Balade

Llevo 20 minutos delante del ordenador con la música de Michael de fondo (Movement II The prayer Part 1, New moon in the old moon’s arms) y no sé qué escribir. No es por falta de ideas, sino por todo lo contrario. Hablar de Michael Kamen para mí es, de repente, surgirme una tormenta de pensamientos y sensaciones difíciles de organizar y me dejo llevar por su música. Stop. Debo frenarlas. Necesito organizarlas. Kamen se merece esto y mucho más. A ver, ¿cómo puedo orientar este homenaje al maestro? Usa tu imaginación. Vale. ¿Y si imagino un diálogo con él? ¿Qué le preguntaría yo a Kamen y que me preguntaría él a mí como aficionado?  Preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas. ¿O puede que no? Esto solo es mi humilde homenaje hecho desde el cariño.

En algún lugar de mi imaginación ( y por supuesto el logo de New Line y justo después el Main titles de Robin Hood de fondo)…

Michael Kamen: ¿Cuándo empezaste a interesarte en mi música?

Aficionado: ¡Con 10 años!  Mi primer recuerdo de tu música fue en casa de mi primo. Él estaba viendo una película alquilada del videoclub (benditos rincones) en el salón con la puerta cerrada y yo leyendo en otra habitación. De repente, mi primo se levanta y deja la televisión puesta y la puerta entreabierta. Empiezan a llegar a mis oídos unas notas suaves, muy tranquilas. Dan la sensación de llamarte. Y respondo a la llamada. Dejo la lectura y me voy acercando al origen. La música sigue llamándome. De repente, violines y trompeta. Cuando finalizo el trayecto miro fijamente a dos tíos con espadas. La secuencia sigue pero no me entero de lo que pasa. Me ha “abducido” la música de tal manera que me da igual como acaben esos dos tíos con espadas. Yo ya tengo mi final imaginado. Y eso es lo que me interesa de tú música. Tu facilidad para conectar con la imaginación del espectador.

M.K.: ¡Bueno!. No es para tanto. Sólo hice mi trabajo.

AF: (No lo he podido remediar. Training Montage de Highlander de fondo).Cierto. Pero hay formas y formas de conectar a través de la música con la gente. Y tú tenías una muy especial. El simple hecho de trabajar con gente tan dispar como Pavarotti o Metallica deja muy claro el respeto y la admiración que te tenían por cómo hacías lo difícil muy fácil.

M.K.: ¿Te gustaron más mis trabajos de score o de canciones?.

(De fondo The weapon de Lethal Weapon)

AF: Aparte de los mencionados Pavarotti y Metallica, trabajaste con Eric Clapton, David Sanborn, Bryan Adams, Sting, Bon Jovi y un sinfín de artistas. Tenías una gran habilidad que no se la he visto a ningún compositor actual. La capacidad para crear grandes canciones de cine. Actualmente no conozco ningún compositor que esté a tu altura. Al igual que otros grandes compositores, dejaste tu impronta tan marcada en los aficionados a la música en general sin saber ni siquiera quien eras. Solo se guiaban por el nombre del cantante. No saben lo que se pierden.

M.K.: Ahh….la vida está llena de música. ¿no te parece?

AF: Y lleno de historias musicales. Todos seguramente tenemos algún momento especial con algún tema musical tuyo. Yo puse solo un ejemplo anteriormente. Te debemos un gran homenaje. El que se te hizo en Úbeda debería ser solo un aperitivo y yo me lo pasé genial. Te fuiste tan pronto que aún creo que no nos lo creemos. Tenías tanta vida en tu música que es como ese amigo al que siempre sabes que tienes pero que nunca ves y pasan los años y los años y cuando menos te lo esperas, decides verlo con una sonrisa en la cara demostrando que a pesar del tiempo, ese amigo siempre estará contigo. Eso es lo que me pasa con tu música, contigo.

(John is found, Die Hard de fondo)

Cada mes de noviembre es especial para mí como aficionado a la música de cine. Este mes, en distintos años, fallecían dos de mis héroes. Basil Poledouris y Michael Kamen. Su música me acompaña siempre, pero durante ese mes, su presencia es especial y donde voy yo van sus melodías. Esas charlas que tengo con su música me hacen renacer en valores, con Basil en coraje para afrontar la vida como su “Conan”.  Kamen es mi “Ramírez”, mi mentor, el que me da energía para la vida, el “James Dalton” para mantener la compostura, el “Martin Higgs” con sus locuras, el “John MCclane” con las ganas de sobrevivir y espero que algún día sea mi “Albert Lewis” que me guie. Y no, no se me olvida, porque siempre será para mí el “Glenn Holland” que me inspira en mis clases.

KAMEN FOREVER!

(An american symphony de Mr. Holland’s opus)

David Martínez “marbala” es maestro y autor del libro “La educación primaria a través de la música de cine”. Es admirador confeso de Michael Kamen, aficionado a la cultura y a la defensa de la música de cine en educación como recurso básico.


Jorge Godoy

¿De dónde recordaba esa melodía que tarareaba cuando no tenía MP4? Era sinfonismo puro, como debiera ser en la gran mayoría de las películas. Trataba de recordar pero no llegaba a ningún resultado, quedaba en el vacío; hasta que llegué a recordar ciertas melodías directamente sacadas de viejos VHS en donde se encontraban películas como The Mummy, Men In Black, Babe y 101 Dalmatians, todas con excepcionales bandas sonora de Jerry Goldsmith, Danny Elfman, Nigel Westlake y Michael Kamen.

Llegaba el momento de descargarlas, muchas de ellas difíciles de encontrar en la web, pero tuve que esperar casi un año para encontrarme con la gran sorpresa final de que la habían subido a la web: 101 Dalmatians (había oído poco sobre Kamen en ese entonces, sabía de sus trabajos en The Iron Giant y Die Hard), esa era la melodía, un trabajo excepcional que hace destacar la peli. Lo escuchaba sin ninguna interrupción, un score perfecto e infravalorado; investigando un poco más sobre Kamen llegué a escuchar la tremenda The Iron Giant, dos pelis infantiles en las cuales transmite a la perfección la nostalgia y la magia de esas pelis (por algo los Main Titles de 101 Dalmatians se usaron en la mejor intro de los Oscars, al parecer el 2004).

Luego vinieron magníficos trabajos como el Mr Holland’s Opus o The Three Musketeers que remarcaban a Kamen como un compositor con un estilo único, algo que en Hollywood se hace mucha falta.

Una aburrida tarde puse en el televisor Die Hard, para escuchar la tan renombrada banda sonora de Kamen, esperaba encontrar algo al estilo Poledouris o Goldsmith, pero lo que encontré fue muy distinto y tremendo: un score de acción lleno de referencias musicales, una excelente y original instrumentación y un rítmico y dinámico score; pero la sorpresa fue mayor al escuchar Die Harder, uno de los mejores score de acción que he escuchado junto con Total Recall, First Blood I & II y Robocop, donde Kamen se luce como un gran y prolífico compositor.

Pero como la mayoría de las veces conozco a los grandes muy tarde, no se me dará la oportunidad de esperar una nueva obra, pues tristemente nos dejó el 2003, cerca del gran maestro Goldsmith y Bernstein, los peores años para la música de cine.

Jorge Godoy Nacido en Chile, los que me rodeaban, pensaban que la televisión sería mi fin como persona, llena de marcianos, momias, vampiros, programas de misterio, etc. Arrendaba VHS de horror de muy pequeño, fascinándome con la calidad de antaño, lo que me convirtió en un verdadero ratón de videoclub. Por suerte de muy pequeño sabía escoger lo que me servía para llenarme de inspiración e imaginación para escribir historias, crear cortometrajes y peliculas y crear carátulas de VHS. En resumen, estaban todos equivocados.
Jerry Goldsmith ha sido una de mis grandes inspiraciones para componer y escribir, lo que me llevó a descubrir BSO Spirit, en la cual conocí a un gran amigo, empezando a leer sus reseñas sobre Goldsmith para luego compartir los mismos gustos y opiniones sobre música y cine.


Enrique Moreno Escribano

El 18 de noviembre de 2013 se han cumplido 10 años de la desaparición de uno de los grandes compositores de música que ha dado el siglo XX, Michael Kamen. Con tan sólo 55 años se marchaba un creador de ritmos y melodías en las que ponía toda su alma y todo su sentimiento. Hay 2 películas que para mí son las que despertaron mi admiración por la música de Michael Kamen.

Recuerdo que la primera que ví que contenía música suya era “Los Inmortales”, y antes de la proyección había leido en algún sitio “music by Michael Kamen and Queen”, y pensé … “a ver cómo se cocina esto”. Salí del cine entusiasmado, si la película me había parecido una maravilla, la música escrita por Kamen mezclada en la pantalla con las canciones de Queen, daba una dimensión única a una película por la que no pasa el tiempo. Es curioso, que en su día el disco de Queen que contenía las canciones que aparecían en la película fuese un top de ventas como cabía esperar, pero la música de Kamen sigue esperando a fecha de hoy a que alguien se decida a editarla en su integridad de manera oficial. Afortunadamente para los aficionados, podemos contar con ediciones extra-oficiales con muy buena calidad que menguan esa carencia.

Eso fue en 1986; pero en 1988 ví otra película con música de Kamen, “La Jungla de Cristal”, todo un clásico que acabó por completar mi admiración y la de muchos por la música de este compositor. Contiene un festín de temas de acción combinado con melodías que van desde Beethoven a la Navidad. Durante mucho tiempo esta banda sonora fue una especie de “Santo Grial” para el aficionado. En este caso, volvió a editarse una edición “extra-oficial” y posteriormente ha habido dos ediciones oficiales, la última en edición doble. La película fue un éxito en taquilla hasta tal punto que 25 años después sigue la franquicia, aunque Kamen musicó sólo las tres primeras partes; si no hubiese fallecido, no sabemos si hubiese continuado con la saga.

Títulos como “Robin Hood, príncipe de los ladrones”, la saga de “Arma Letal” (donde colaboró con Eric Clapton y David Sanborn, para éste último escribiría el fantástico Concierto para Saxofón), “Brazil”, “El último gran Héroe”, “Jack”, “La zona muerta”, y muchos más, demuestran la versatilidad de un músico que empezó estudiando el oboe en su Nueva York natal.

A su faceta como músico de cine, se le suma la de compositor de ballets, conciertos para varios “instrumentos y orquesta”, arreglista y director de álbumes de grupos del rock y del pop. Su participación en “The Wall” de Pink Floyd, con toda la dirección de orquesta, y su posterior representación en directo en el mítico concierto tras la caída del muro de Berlín, es un punto más a su carrera como director. Michael Kamen siempre estuvo ligado al mundo del rock desde sus inicios. Su colaboración con el grupo Metallica en el año 2000 en “S&M” dirigiendo a la San Francisco Symphony Orchestra es toda una gozada, tanto para incondicionales del heavy como para los fans de la orquesta clásica. Un disco recomendado al 100% que se puede disfrutar igualmente en DVD y que fue el pistoletazo de salida para que varios grupos heavy y de rock, iniciasen conciertos de su repertorio con una orquesta sinfónica.

Por suerte para mí y para muchos aficionados a la música de cine, el martes 15 de octubre de 1996 tuvimos el placer de ver a Michael Kamen en directo en el concierto del Congreso de Música de Cine de la Mostra de Valencia de 1996, dirigiendo a la Orquesta de Valencia y actuando como solistas, James Knight, saxo alto, y José Luis Ruíz del Puerto, guitarra. Un espectáculo único el de aquel día, y los anteriores al concierto, en el que pudimos escuchar las charlas que el propio Kamen ofreció en el Congreso, demostrando una faceta humana conmovedora. Una persona amabilísima que no puso peros a que todos nos hicieramos fotos con él, firmando discos y que en ningún momento iba de “divo” por la vida, aunque ya era uno de los grandes.

Desgraciadamente, su pérdida 7 años después, produjo un vacío entre los aficionados que consideran a Michael Kamen como uno de los músicos con mayúsculas en cualquiera de los terrenos en que intervenía. Pero nos queda su música, sus direcciones de orquesta, sus arreglos, sus colaboraciones, vamos, que Michael Kamen es “Inmortal”.

Me llamo Enrique Moreno Escribano, soy de Valencia y este gusto “friki” por la música de cine empezó cuando con 13 años fui al cine a ver “Tiburón”, salí del cine descubriendo una afición que llevo siguiendo 38 años y que me ha llevado a recorrer España y parte de Europa asistiendo a conciertos y a conocer personas encantadoras.


Óscar Salazar

El término artesano está muy devaluado hoy en día. Incluso hubo un tiempo en que era sinónimo de artista. En cualquiera de los casos, podemos resumir diciendo que un artesano es alguien que conoce su oficio y que lo practica con destreza. Y Michael Kamen conocía su oficio. Conocía su oficio, porque había comenzado por los pequeños detalles, haciendo arreglos para otros músicos. Conocía su oficio, porque tenía una formación clásica y un espíritu curioso que le había llevado a mezclarla con la música popular.

Por otra parte, clara muestra de que lo hacía con destreza es su éxito en el mundo musical. Un éxito que tarde o temprano le obliga a uno a salir de las sombras y a hacer lo que de verdad sabe hacer bien: música. Y, llegado el punto, uno deja de tener un oficio y se dedica al arte. Como Michael.

Claro que todo esto yo no lo sabía la primera vez que, conscientemente, escuché su música en una sala de cine. Las notas sólo formaban parte del tapiz de Bayeux. Y le iban como un guante. Por desgracia, sí lo sabía mientras escuchaba el tema principal de Hermanos de sangre el día de su muerte. Así es la vida. Desde que partimos de la línea de salida hasta que llegamos a la meta aprendemos muchas cosas. Vivir también es un arte.

En este mismo momento, cuando han pasado diez años desde que el maestro nos dejara, no puedo evitar dejar de pensar la cantidad de cosas que nos hemos perdido los dos. Simple y llanamente, porque él ya no está y yo lo echo de menos.

Óscar Salazar nació en Barakaldo (Bizkaia) hace unos cuantos años. Gran parte de ellos los ha pasado enganchado a una pantalla, desde que descubriera por primera vez que un tipo en pijama podía volar. Después llegaron la música que acompañaba a las imágenes y los libros que las generaron. Ninguna de las tres cosas ha vuelto a abandonarlo. Entre sueños, estudió Ingeniería Industrial y lleva una vida paralela en la que trabaja en una gran multinacional. Incluso, hasta es posible que alguno de vosotros os hayáis encontrado con él en el mundo real.


Alfonso Conde

Hay compositores a los que les tienes especial cariño, y a veces no sabes muy bien porqué. Michael Kamen es uno de ellos. Quizás tuvo algo que ver cuando cierta jungla de cristal forma parte de mi imaginario juvenil, quizás porque me tocó con su varita mágica. Mis primeros discos fueron los LP de “Suspect” y “Las aventuras del Barón Munchausen”, de segunda mano, durante mis años mozos de busca y captura de gangas.

Me he detenido durante unos minutos a contemplar fotos del maestro. Desprenden buen rollo, energía, pasión por la música. Grandes cejas y melena abundante, él es una de las grandes razones por las que adoro la música de cine. Por su culpa no puedo quitarme de la cabeza uno de mejores temas de acción de la historia: “The battle” en “Die Hard”.

Mención especial a su fantástica colaboración con Metallica, dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Gracias a este disco me introduje en el planeta heavy, del que no tengo ninguna intención de salir.

Gracias Michael por hacerme más feliz con tu música. Gracias por tu vena rockera, a la cual supiste fusionar con maestría a la arteria sinfónica.

It’s all for Michael Kamen.

Alfonso Conde más conocido como «Tximbo» o simplemente «Alf», abrió los ojos por primera vez en Bilbao. Fecha estelar desconocida, pasado melmakiano contrastado. Niño de alegre sonrisa, tuvo que trasladarse a Madrid, donde cursó estudios de Derecho, aunque lo que realmente le gusta es la Historia. Un buen día amaneció tarareando cierta musiquilla peliculera y desde entonces no ha parado: cientos de cds se acumulan en sus aposentos. Ahora amplia horizontes (y estanterías) tras desatarse con furia su vena rockera.
Apasionado de la cerveza, no pierde oportunidad para tomarse unas cuantas con quien sea y donde sea.


Fernando Ayuso de AsturScore

Desde hace tiempo el dominio de la orquesta no es precisamente una virtud que abunde dentro del panorama musical cinematográfico. Diez años han pasado ya desde que perdimos a uno de los compositores que convertían este añorado aspecto en una necesidad evidente y natural. Dentro del aplaudido grupo aparecido en las décadas de los 70 y 80, diferenciado por la artesanía y el buen hacer en el cine, se encontraba y se encuentra Michael Kamen. No pocos somos los que, aun valorando las nuevas tecnologías utilizadas en la música actual, añoramos a esa clase de compositores que colmaban sus partituras de matices y colores.

Dos bandas sonoras son las que me permitieron entrar en el mundo de Michael Kamen. El carácter épico y romántico de Robin Hood, con uno de los temas más impresionantes de la historia del cine, y la genial influencia española en la bella Don Juan DeMarco me abrieron las puertas de un nuevo universo musical. Y es que descubrir posteriormente la existencia de joyas de acción como Die Hard, dramáticas como Mr. Holland’s Opus o épicas como Highlander no hacían más que fortalecer la afición de un pequeño chaval que empezaba entender que la música en el cine iba mucho más allá de las canciones de Disney.

Estos hechos incrementan la desazón que produce la pérdida de un compositor que, sin saberlo, pone constantemente música a la vida de cada uno de sus aficionados. Una pérdida demasiado temprana y por ello infinitamente más triste que nos hace añorar, más si cabe, las notas perdidas de un grande. Sin embargo siempre queda la obra escrita que nos permite recordarlo hoy, diez años después. Así que no hay mejor forma que coger Band of Brothers, para mí su gran obra maestra, sentarse, cerrar los ojos, y disfrutar de una impresionante suite que hace de perfecto epílogo a una carrera cinematográfica demasiado corta, pero no por ello menos genial.


Carlos Mulas de AsturScore

En ocasiones uno se encuentra personas en la vida, cuya sola presencia transmite «algo». Michael Kamen era sin duda una de ellas, una que transmitía fuerza, que destilaba vida en todo lo que hacía. Ojalá le hubiera conocido de verdad, pero tengo la sensación de que gracias a la poderosa internet y la increíble cantidad de material e información que circula sobre él, puedo constatarlo como un hecho. Su forma de dirigir, sus sonrisas, sus miradas cuando se reunía con fans, las causas que hizo suyas, el amor por los suyos… en definitiva su fama de buena persona. Uno no se gana esa fama entre propios y extraños (en el mundo de la música y fuera) sin merecerla.

Sé que el gran legado de un músico es su obra, pero hay compositores cuya figura es tan grande como su música, y esto es lo que siempre me ha encantado de Michael Kamen. La huella que dejó entre los que le conocieron es tan profunda como la que su música nos ha dejado a todos los demás. Esa clase de personas es material de leyenda para quienes como yo hemos visto su estrella brillar y apagarse allá en lo más alto, y nos es imposible… me es imposible no pensar en Michael sin que una sonrisa asome a mis labios y al mismo tiempo se me encoja el corazón.

Desde la cama, postrado por una enfermedad pasajera se me ocurre que la muerte es consecuencia de haber vivido, y es posible que aquellos que como él han ido regalando vida de tantas formas, no desaparezcan del todo porque han contribuído a hacer la nuestra un poquito mejor. Michael Kamen me hizo un regalo una vez, sin saberlo. Es un regalo que me permitirá recordarle siempre y que hoy más que nunca quiero compartir.