Tributo a Tony Scott: A little (musical) Tribute

Escrito por , el 26 agosto 2012 | Publicado en Apuntes

Encender la tele y encontrarte con la noticia del suicidio de Tony Scott te deja un poco más pa allá que pa acá; es esa extraña sensación de irrealidad que sufrimos de vez en cuando (“¿habré escuchado bien?” o “debe ser 28 de diciembre”).

No era Tony Scott uno de mis directores preferidos, pero si uno de los más interesantes, y aunque su filmografía fuera irregular, y estuviera (aparentemente) bajo la sombra de su hermano, Ridley Scott, Tony era un tío con las ideas claras, con una forma de rodar la acción única, donde las tramas y personajes tenían nervio y músculo, con tesón narrativo para que el espectáculo, te gustase más o menos la película, nunca decayese.

Lo de ser “sombra de” tampoco es una etiqueta que llevase mal, ni que fuese cierta; si comparamos las dos filmografías de ambos directores desde Black Rain, Tony gana a su hermano, pero claro, siempre que no miremos hacia atrás, por debajo de 1989 (Alien, Blade Runner, The Duellists, Legend).

Solo con Man on Fire y True Romance, Tony ya se sitúa por delante del amigo Ridley, conformista y devorado por la maquinaria de Hollywood, donde brilla, eso si, la magistral Black Hawk Down (2001), de lejos, para mi, su mejor película desde 1989.

Pero no estamos aquí para hablar de comparativas, sino para rendirle un pequeño homenaje el bueno de Tony, a través de una serie de momentos cinematográficos que, en muchos casos, se benefician del buen hacer de la música o de los compositores que acudieron al universo fílmico del director.

Sin ánimo de ser un recordatorio cerrado, y a modo de   pequeño tributo, os propongo, por poner un número, mis seis momentos Tony Scott:

    1. Sin ser un momento en sí, sino más bien como película en su concepción global, propondría el thriller romántico True Romance (Amor a Quemarropa, 1993), la que para mi es, probablemente, su mejor película. Guión de Quentin Tarantino, actuaciones supremas de Christopher Walken y Dennis Hopper (en una de las mejores secuencias cinematográficas modernas jamás rodadas, impagable duelo interpretativo), y donde Hans Zimmer compuso uno de sus mejores y más inspirados temas centrales, un juego de percusiones maravilloso que se instaura en tu mente para quedarse allí de por mi vida (el fantástico tema central, el mítico You’re So Cool, lo atestigua sobradamente).

 

    1. Junto con True Romance, incluiría Man On Fire (El Fuego de la Venganza, 2004). Ambas rivalizan como lo mejor jamás dirigido por Tony, una película que bien podría firmar el bueno de Sam Peckinpah, cuya segunda parte es un descenso a los infiernos del protagonista (un siempre genial Denzel Washington, actor fetiche del último tramo cinematográfico de Tony), un auténtico reguero de muerte y destrucción para llevar  a cabo una cruel venganza. Todos los actores están geniales, especialmente Denzel y el amigo Christopher Walken, y su ritmo es bestial, con un tono crepuscular realmente magistral y el país de México como telón de fondo. El material musical de Harry Gregson-Williams, junto con Lisa Gerrard, cumple el expediente (quizás con alguna reminiscencia zimmeriana a Gladiator), aunque la película es tan buena que el score, sinceramente, queda en un segundo plano (End Music).

 

    1. The Hunger (El Ansia, 1983) es una de esas películas que o bien odias, o bien amas (como es mi caso). De ritmo lento y pausado, una rara avis en la filmografía de Tony, El Ansia es una curiosa y atípica historia “vampírica”, contada con una extraña mezcla de modernidad y clasicismo, puro arte visual y conceptual, donde el peso del protagonismo lo llevan una joven Susan Sarandon y Catherine Deneuve (mención especial para el cantante David Bowie con una breve aparición, que conforma el primer nudo argumental de la trama). La música correría a cargo de Michel Rubini y Denny Jeager, quienes construyen un score que es sugerente y ambiental, manteniendo la tensión de forma eficaz, mientras en el conjunto del score se cuelan brillantes piezas clásicas que combinan de forma magistral con el score, destacando la pieza Trio In E-Flat, Op.100 de Schubert, que Stanley Kubrick utilizaría previamente en Barry Lyndon, o el Lakme de Léo Delibes, la misma pieza que Tony recuperaría para ese careo interpretativo entre Christopher Walken y Dennis Hopper. Un clásico ochentero de brillante prólogo y epílogo, no apto para todos los paladares.

 

    1. The Last Boy Scout (El último Boy Scout, 1991), una de la mejores películas de acción de los 90 y del amigo Bruce Willis (no tan redonda como Die Hard, pero con un guión mas corrosivo, macarra y divertido), y con momentos tan míticos como “si me vuelves a tocar te mato”, “¿Por qué cruzó Milo la carretera” o el baile final de rap (que bien podría ser una sardana o una muñeira). Tony Scott afirma el buen pulso narrativo para la acción y se confirma como un excelente director capaz de abordar todo tipo de proyectos de gran envergadura, tras su éxito en Beverly Hills Cop II (Superdetective en Hollywood 2, 1988) o Days of Thunder (Días de Trueno, 1990). Y, como no, uno de mis dioses, Michael Kamen, trabajando al servicio de Tony Scott (por única vez), un score brillante, muy del estilo del compositor, que permanece inédito, y que muchos ya hemos demandado por activa y por pasiva (como prueba este maravilloso corte de acción, Car Chase). Maravillosa película a reivindicar, una de las mejores películas de acción modernas de la historia, donde todavía primaban los buenos guiones sobre la espectacularidad manporrera del Hollywood actual (fuegos de artificio, como diría el Bane del último Batman).

 

    1. Crimson Tide (Marea Roja, 1995) es otra de esas míticas películas de los 90, un duelo interpretativo de altura entre Gene Hackman y Denzel Washington, secundado por actores de la talla de Viggo Mortensen, James Gandolfini y George Dzundza. Película de submarinos donde el conflicto no tarda en aparecer en vía de un posible e inminente ataque soviético de misiles, situación que genera un fuerte conflicto en la tripulación, dividida entre seguir la orden de disparo del capitán Ramsey (Hackman) o la del capitán de corbeta Ron Hunter (Denzel), quien desea confirmar la información. Puro nervio visual, trasladado a una tensión insoportable entre las paredes de un submarino norteamericano, único escenario de los careos interpretativos, donde Hans Zimmer se mueve como nunca, alcanzando uno de sus momentos más álgidos de su carrera con un tema central poderoso y retentivo, excelentes cortes de tensión y piezas corales de toque soviet. De cuando Zimmer era Zimmer y me gustaba (Suite de Crimson Tide). Clásico de los 90 que muchos directores deberían revisionar para saber generar tensión con pocos actores y un escenario único.

 

  1. Revenge (Venganza, 1990), es, quizás, un thriller menor, se podría entender, en la filmografía de Tony, pero su sencilla y bien elaborada estructura, de sobras conocida, y su excelente dirección, la convierten en algo más que un vulgar thriller, donde la parte final, tras todo el tema del romance y el cruel desenlace, se convierte en otro descenso a los infiernos del protagonista (un Kevin Costner en forma), que buscará vengarse del mafioso de turno, un genial Anthony Quinn. Jack Nitzsche, compositor encargado, creó un score delicado y emotivo, de tonos cálidos y melancólicos, para la relación entre Costner y Madeleine Stowe, un love theme para enmarcar (donde también quiero destacar el Jeep Ride, un colorido corte que siempre me encantó, una pieza de tonos ochenteros). Un buen thriller de acción a reivindicar.

Como Rounders Up, algo así como cerca de este podio, incluiría el thriller de acción y  espías Spy Game (Juego de Espías, 2001), donde Tony recupera al bueno de Robert Redford trabajando para el gobierno norteamericano, intentando rescatar al agente Tom Bishop (Brad Pitt), capturado por el gobierno chino, y donde Harry Gregson-Williams construía un score potente, sustentado en orquesta y electrónica ágil y rítmica (lejos de castañas posteriores).

Y no podemos olvidarnos de que la filmografía de Tony da para mucho más, títulos tan emblemáticos como Top Gun (Ídolos del Aire, 1986), una buena película de los 80 con la que nunca llegué a conectar (aunque su canción principal, Take My Breath Away, es genial), el drama romántico de acción Days of Thunder (Días de Trueno, 1990), con un Hans Zimmer pendiente de editar (como el que compusiera para el thriller deportivo The Fan, del año 1996, dirigido por Tony y con el dúo De Niro-Snipes en acción), la secuela de Beverly Hills Cop II (1987), con un genial Harold Faltermeyer, y ese excelente corte musical llamado Shoot Out Theme, el excelente ritmo de la entretenida Enemy of the State (Enemigo Público, 1998), con una castaña de score (compuesto por el dúo HGW y Trevor Rabin), y previo a esas castañas posteriores del amigo Harry de las que hablabamos antes, composiciones para películas como la genial y macarra Domino (2005), el entretenido (y gracias)  remake de The Taking of Pelham 1,2,3 (Asalto al Tren Pelham 1 2 3 , 2009), o la entretenida Unstoppable (imparable, 2010), basada en hechos reales, sin olvidarnos de la irregular Déjà Vu (2006).

En definitiva, una carrera llena de altibajos, donde también ha estado asociado a toda clase de series televisivas y películas como productor (y en algunos casos, pocos, hasta como actor), habiendo ganado un Emmy como productor ejecutivo por la película televisiva The Gathering Storm (Amenaza de Tormenta, 2002), y con productor por llegar todavía, como el remake de Coma a través de una miniserie.

Con una edad todavía joven para el negocio (68 años), curiosamente la misma del reciente desaparecido Marvin Hamlisch, el star system de Hollywood echará de menos a un director que, mejor o peor, era fiel a su estilo de hacer cine, y que podía hacer mejores películas con los ojos vendados que la mayor parte de directores actuales del cine de acción.

R.I.P. Tony Scott