Tributo a ELMER BERNSTEIN

Escrito por , el 28 agosto 2011 | Publicado en Apuntes

El 18 de agosto del 2004 fallecía el gran Elmer Bernstein, prácticamente un mes después que su amigo y colega de profesión Jerry Goldsmith, siendo aquel año considerado uno de los más negros de la historia de la música de cine, un periodo de tristeza y desolación para todos los aficionados, cuyo inicio podría retrotraerse al año anterior, cuando el 18 de noviembre del 2003 falleciera el gran Michael Kamen.

Elmer Bernstein era uno de los grandes (que diablos, ES uno de los grandes, dejemos el pasado), un compositor que respiraba aire y exhalaba música de cine. Su calidad y oficio estaban fuera de toda duda, con el reconocimiento universal y popular tanto de los aficionados a la música de cine como de los que no lo eran.

¿Quién puede olvidar el «temazo» de Los Siete Magníficos (1960) Escuchar tema, que además protagonizó no pocos anuncios de Malboro, o el magistral motivo de La Gran Evasión (1963) Escuchar tema, parodiado y homenajeado en un enorme puñado de películas, como Chicken Run, del genial John Powell y Harry Gregson-Williams, o cambiando de tercio, la famosa fanfarria de apertura de la serie National Geographic? Escuchar fanfarria

No conocer los citados trabajos o Los Diez Mandamientos (1956), Los Cazafantasmas (1984) o Aterriza como Puedas (1980) por poner tres ejemplos más, tiene serio delito, títulos universales y con partituras reconocidas por el gran público en general.

Desde sus comienzos, ya anticipó comodidad en cualquier tipo de género (romántico, drama, comedia, cine épico,…) o estilo musical (fuera el rock, gospel, jazz o el blues, con obras tan maravillosas y rítmicas como Baby the Rain Must Fall, The Man with the Golden Arm, Walk on the Wild Side, la serie Johnny Stacatto, God’s Little Acre o The Caretakers). Además, provenía de medios como la radio (como Jerry Goldsmith) o de haber colaborado haciendo arreglos para la banda del genial Glenn Miller (época donde se había incorporado al ejército).

Su carrera se vio caracterizada por hacer todo tipo de colaboraciones y por revitalizar todo tipo de géneros, ofreciendo una brisa de aire fresco cuando el panorama podía acabar cayendo en la monotonía.

Una de las revitalizaciones más importantes tuvo lugar con el género de la comedia, en concreto la del cine paródico, del que fue buque insignia con la genial Airplane! (Aterriza Como Puedas). Su concepto original consistía en dotar a la música de una gran seriedad y solemnidad, como si la película realmente no fuera una comedia, lo que reforzaba aún más todavía esa sensación de comicidad, por darle extremo dramatismo y enorme seriedad a las típicas tonterías del genial Leslie Nielsen, o al «supuesto drama» derivado de aterrizar el avión.

Dentro de ese género, en el que tuvo especial relevancia a finales de los 70 y la década de los 80, colaboró habitualmente con dos directores. Uno de ellos fue el genial John Landis, para quien ofrecería estupendos trabajos para las míticas Trading Places (Entre Pillos anda el Juego, 1985), Animal House (Desmadre a la Americana, 1978), el humor negro (y terrorífico) de An American Werewolf in London (Un Hombre Lobo Americano en Londres, 1981), la parodia gangsteril de Oscar (1991) con un Stallone como capo mafioso, o Three Amigos (Tres Amigos, 1986), donde lo cómico y el western de sabor latino se dan la mano para las aventuras y desventuras del trío calavera, formado por Steve Martin, Martin Short y Chevy Chase.

Como anécdota, también trabajó para Landis en la mítica The Blues Bothers (1980), componiendo un tema original de medio minuto para la visión de Dios por parte de John Belushi, y en el famoso y terrorífico videoclip Thriller de Michael Jackson, donde Bernstein compondría la música original.

El otro fue Ivan Reitman, quien le proporcionó aún más alegrías, con títulos tan míticos y emblemáticos como Ghostbusters (Los Cazafantasmas, 1984), uno de sus mejores obras del género de la comedia y el fantástico con un impagable Bill Murray, o las fantásticas Meatballs (Los incorregibles Albóndigas, 1978), Stripes (El Pelotón Chiflado, 1981) o Legal Eagles (Peligrosamente Juntos, 1986), donde nos encontramos con Robert Redford, Debra Winger y Daryl Hannah como el trío protagonista.

Y en los 90 seguiría todavía luciendo una excelente forma en más productos cómicos, algunos simplemente de consumo, aportando frescura y bellas melodías para las películas en las que trabajó, como la genial Mad Dog and Glory (La Chica del Gángster, 1993), con un impagable Robert DeNiro y otro no menos Bill Murray, o la comedia Keeping the Faith (Más que Amigos, 2000), dirigida por Edward Norton, sin olvidarnos de su brillante score para la irregular comedia fantástica del oeste Wild Wild West (1997), con un maravilloso leit-motiv central lleno de acción y aventuras con ese clásico sabor al oeste de toda la vida.

Y si la comedia fue un género al que Bernstein ayudó en su revitalización, no sería menos el western, donde su pistoletazo en The 7 Magnificents fue realmente considerable, siguiéndole gran cantidad de memorables títulos, muchos de ellos con the Duke (John Wayne), como Big Jake (El Gran Jack, 1971), la mítica True Grit (Valor de Ley, 1969), The Comancheros (1961), The Shootist (El Pistolero, 1976) o The Sons of Katie Elder (Los Cuatro Hijos de Katie Elder, 1965).

Su carrera, bien conducida y ejecutada, se vio acompañada de ilustres directores como Otto Preminger (The Man with the Golden Arm), J. LeeThompson (Kings of the Sun), Cecil B. DeMille (The Ten Commandments), John Sturges (The Halleluyah Trail, The Great Escape), Robert Mulligan (To Kill a Mockingbird, Bloodbrothers), John Frankenheimer (Birdman from Alcatraz, The Gypsy Moths), John Guillermin (The Bridge at Remagen), Richard Fleisher (See No Evil), Francis Ford Coppola (The Rainmaker), Stephen Frears (The Grifters), Don Siegel (The Shootist), Jim Sheridan (The Field, My Left Foot), Henry Hathaway (True Grit), Fred Zinnemann (Five Days One Summer), Stanley Donen (Saturn 3) o George Roy Hill (Hawaii, Funny Farm).

Precisamente de la mano de George Roy Hill le llegaría el único Oscar logrado en su dilatada y exitosa carrera, por Thoroughly Modern Millie (Millie una chica moderna, 1967), recibiendo una última nominación casi al final de su carrera por esa exquisitez llamada Far From Heaven (Lejos del Cielo, 2002), un drama romántico ambientado en los 50 con trasfondo racial del director Todd Haynes.

En el último tramo de su carrera, el director Martin Scorsese tuvo el privilegio de poder contar con su música en varias de sus películas, comenzando en 1991 con el remake de la famosa Cape Fear (El Cabo del Miedo), donde un gran Nick Nolte y un soberbio Robert DeNiro daban el relevo a los no menos geniales Gregory Peck y Robert Mitchum, y donde el bueno de Bernstein recopilaba todo el material que había compuesto en su día Bernard Herrmann para la versión original, con ese poderoso y mítico motivo central, readaptándolo para la nueva versión (curiosamente, Herrmann y Scorsese trabajaron juntos en la última partitura del compositor, Taxi Driver, y Cape Fear significa, de alguna manera, homenajear al gran Maestro Herrmann).

A raíz de ahí, Bernstein enlazaría una serie de títulos con el director neoyorquino, entre los que nos encontramos el drama romántico de época The Age of Innocence (La Edad de la Inocencia, 1993), cuya magistral y delicada partitura (de acertado tono clásico y un romanticismo embriagador) fue nominada con total justicia, a la mejor partitura en los Oscar.

En 1995 Scorsese dirigiría la genial Casino, y aunque la película no contiene score original, el director incluiría el famoso tema Walk on the Wild Side, de la película de igual nombre, titulada como La Gata Negra (1962), y que es una auténtica joya de Bernstein. Escuchar tema

La siguiente piedra en el camino sería Bringing Out the Dead (Al Límite, 1999), un extraño e interesante experimento de pulso narrativo donde se combinan géneros como el drama, el thriller y ciertas dosis de comedia (casi siempre a cargo del histriónico Nicolas Cage), que permitió a Bernstein colaborar de nuevo con el neoyorkino.

Finalmente, la ruptura llegaría con Gangs of New York (2002), donde la partitura de Bernstein no encontraría su lugar en la película, siendo sustituida por una interesante creación de Howard Shore, inferior para el que escribe al material de Bernstein. Desde ese momento, Shore sería el compositor con el que Scorsese trabajaría hasta la actualidad, incluyendo uno de sus últimos trabajos, The Departed (2006), y un nuevo proyecto en post-producción, Hugo (2011), un drama familiar de aventuras.

Curiosamente, Bernstein vería rechazados dos trabajos realmente interesantes, The Journey of Natty Gann (1985), cuya partitura original correría a cargo de James Horner, y una auténtica delicia de composición para The Scarlet Letter (1995), cuya maravillosa partitura, inentendiblemente, fue rechazada en detrimento por la funcional y correcta composición de John Barry (que pese a hacer un buen trabajo, está a años luz del material de Bernstein).

Además, junto con Herrmann y Maurice Jarre, ha sido uno de los compositores que más y mejor han utilizado las ondas martenot en sus partituras (casi siempre a cargo de Cynthia Miller), con joyas como Marie Ward (1985), Heavy Metal (1981), Spacehunter, Adventures in the Forbidden Zone (Cazador del Espacio: Aventuras en la Zona Prohibida, 1985) o Slipstream (La Furia del Viento, 1988), un auténtico engendro de película con una de las mejores partituras del Maestro.

Y tampoco podemos olvidarnos de su contribución a la televisión o los cortos, donde destaca su colaboración en dos documentales de National Geographic, su colaboración con Disney en la brillante película The Black Cauldron (Taron y el Caldero Mágico, 1985), un magistral trabajo del maestro, o su monstruoso y sobrecogedor score para ese documental del holocausto judío llamado Genocide (1982), que se alzó con el Oscar al mejor documental.

En definitiva, solo cabe echar un vistazo a la gran cantidad películas en las que ha participado Elmer Bernstein para darse cuenta de cómo su Curriculum Vitae habla por si solo, e incluso a su interés por orientar y fortalecer las carreras de jóvenes promesas, como la del joven compositor Bear McCreary, quien fue alumno del Maestro durante casi diez años, trabajando en la recostrucción del score Kings of the Sun (Los Reyes del Sol, 1963). Solo tienes que poner cualquier disco de Elmer Bernstein, cualquiera, para darte cuenta de la personalísima «voz» que tenía el Maestro, inconfundible, un sello de calidad que daba vida a todas las películas en las que participós, y que (como el caso de Jerry Goldsmith) demostraba lo que todos ya sabíamos desde un principio, que era un autor de los pies a la cabeza, único e irrepetible.

Gracias Maestro.