Basado en Hechos Reales: Backdraft (aka Gamberros in Gijon)

Escrito por , el 2 junio 2013 | Publicado en Apuntes

Los recuerdos permanecen ahí, en mi memoria, imborrables, en ese rincón especial donde guardo las anécdotas y sucesos que a continuación relataré.

No son invenciones o frutos de mi imaginación, son hechos reales, sucedieron, y la música fue un elemento esencial, un nexo de unión.

Bienvenidos a la nueva dimensión / sección… Basado en Hechos Reales, también conocida como The Reality Zone.

Episodio 02: Backdraft (aka Give me the money)

Fue una mañana de finales de mayo, quizás de 1995. Era mi cumpleaños, y tenía pasta caliente en la mano, dinero caído del cielo (bueno, en realidad provenía de mis abuelos y padres), cuyo fin era invertir en mi camello particular de aquella época, la tienda de discos de Memphis, seguida de muy cerca de Discoteca.

Por aquella época, aunque el CD comenzaba a estar muy en boga, aún no había comprado ninguno (aquel verano caerían tres de repente: Robin Hood: Prince of Thieves, Willow y Damien: Omen II). Solo me dedicaba a las cassettes y como mucho algún LP que caía de vez en cuando.

Por aquel entonces estrenaban en Canal + la película de Backdraft, cuyo trailer me cautivaba, tanto visualmente como musicalmente (el tema central de Backdraft sonaba en todo su esplendor, la época en la que Hans Zimmer, para mi gusto, fue original y todavía intentaba cosas nuevas). Aunque, cierto es, Shirley Walker ayudó a que Backdraft fuera aún más redonda.

Que un amigo tuviera Canal +, además, era una forma de asegurarte un suministro constante de novedades que a veces tardaban mucho en llegar al videoclub (y, por supuesto, no hablo de las películas del viernes y sábado de madrugada…).

Bien, como iba diciendo… entramos en Memphis mi colega Mulas y yo, con pasta caliente, y tenía el chip puesto ya en la cinta de Backdraft, con lo que iba a tiro fijo. Tan emocionao andaba yo con la idea de comprar el score que no caí en la cuenta de un extraño sujeto de pintas algo dudosas que observaba entre la maleza de cintas y CDS de la tienda. Yo iba a mi rollo… y él al suyo.

Creo que la cinta me rondó cerca de las 2.000 pesetas, sobrándome cuatro perras, pero bueno, para alguien que no trabaja, y que vive de la paga mensual de sus padres para costearse sus vicios, los sobrantes siempre son bienvenidos para comenzar con más fuerza el siguiente mes.

Salimos de la tienda con Backdraft en la mano, y con un Plan en mente ya diseñado; llegar, poner la cinta, escuchar y comentar. Un plan sencillo, como el de la película, pero como todo en la vida, un escollo se nos presentó en el camino.

De regreso por el Paseo de Begoña, ese extraño ente que pululaba por Memphis se nos presentó isofacto en el paso de cebra para cruzar dirección al antiguo Pryca (ahora conocido como “Carrefu”). Cuando abrió la boca lo primero que pensé, creo, fue algo así como “¿Quién co_ones eres tú?”.

“Venga, la pasta”, directo, al grano, sin rodeos. Me gusta la gente así, para bien y para mal, vamos. Aquella táctica de gamberro era muy típica en los 80 y 90. Casi parecía una línea de diálogo extraída de cualquiera de las películas de Charles Bronson de los 70, estilo Death Wish (si Paul Kersey levantara la cabeza…).

Por supuesto, seguí el guión tal como estaba previsto, no iba ser yo menos; “lo siento, no tengo nada,… si lo tuviera te lo daría…”, frases tipo, todo muy estereotipado. Y él, por supuesto, continuó con su papel de duro, acento incluido de macarrilla; “Sé que lo tienes, te he visto; dame la pasta”.

Aquello se ponía caliente, al estilo Danko, y  comenzaba a subir la temperatura conforme la insistencia del macarra en cuestión se iba tornando en mala leche, pero con lo que no contaba éste era con Mulas (aka Hulk), quien cual doctor Banner, terminó por cabrearse e irrumpió en escena con una linea de diálogo contundente, fulminante, directa y audible en 1 Kilómetro a la redonda: “¿Estás Sordo o qué? Que te larges, no te vamos a dar nada, ¿entiendes?”.

En aquel momento juraría haber visto rodar por el suelo la típica bola del oeste, rodando e impulsada por el viento. Fue un silencio violento, roto por un lánguido y escueto: “Gijón es muy pequeño, ya nos encontraremos”. Un susurro estéril, aparentemente amenazador, pero la mirada fulminante de Mulas le hizo empequeñecerse mientras se alejaba en la lotananza. Acto seguido, cambió el semblante y dijo: “¿continuamos?”. Tragué saliba y articule algo así como el sonido de un sí.

Menuda llamarada, y eso que Mulas no era un dragón… bueno, que yo sepa…

¿Crees en Dios? (Paul Kersey, Death Wish II, 1982)”

No fue mi única experiencia ligada al mundo del macarrilla, aún sufriría algún episodio post-traumático en años venideros, pero aquella primera vez la recodaría toda la vida, el día que descubrí que había mundo para los macarrillas y gamberros más allá del instituto y el colegio.

Aunque ellos no contaban con la furia del Dragón, capaz de empequeñecer al mismísimo Kim Jong Un. Casi ná.

Nos vemos en la próxima dimensión, una basada en hechos reales, también conocida como The Reality Zone.