Patria, un cortometraje de Alejandro Lobo

Escrito por , el 9 octubre 2017 | Publicado en Apuntes

Septiembre de 2011. Un hombre entra en un viejo depósito judicial a punto de cerrar, para entregarse a las autoridades. ¿Puede tener corazón alguien capaz de esclavizar sexualmente a 350 mujeres? ¿Alguien que amenaza con descuartizarlas y arrojarlas a los perros? ¿Por qué ha decidido entregarse en este preciso instante? Y, lo que es más difícil, ¿serías capaz de enfrentarte a semejante monstruo y mantenerle la mirada?

Ésta es la pregunta que tienen que responder Carlos (Juan Motilla) y Luis (Fernando Tielve) en Patria, el último cortometraje del sevillano Alejandro Lobo, mientras se enfrentan a un voraz Ioan (Darko Peric). Unidad de tiempo y espacio en una tensa historia, narrada de manera sobria y en la que, en realidad, lo que se nos cuenta no es únicamente lo que vemos en pantalla: la historia de alguien que ha visto la oportunidad de cambiar de vida y que intenta aprovecharla.

La banda sonora corre a cargo de Sergio Moure de Oteyza, un compositor todoterreno especialmente dotado para el thriller y el misterio. Quizá su mayor virtud sea también uno de sus mayores hándicaps para el coleccionista: Moure compone por y para la película, sin importarle la edición discográfica hasta después de finalizada la mezcla de sonido, lo que hace que la música respire y vibre con la historia, conformando parte de su alma, y, en ocasiones, dificulte la escucha aislada.

En el caso que nos ocupa, su composición nos roba el aire y sirve para meternos en la mente de Ioan, para describirnos ese viejo depósito tal y como lo ven los que se encuentran en él. Guiados por un ominoso piano y unas cuerdas lánguidas y misteriosas a partes iguales, nos arrastramos por la oscuridad. Moure aporta textura (idéntica a la de la fotografía y con su misma “densidad”) y dramatismo a la historia, acentuando la tensión del enfrentamiento entre Darko Peric y Juan Motilla.

10 minutos de música casi ininterrumpida, en un digno ejercicio de estilo, a pesar de la limitación de recursos. Tal vez, en algunos momentos, la música esté un poco alta en la mezcla final, pero se puede perdonar. Lo que se ve en pantalla es tan intenso, en un tiempo tan breve, que todos nuestros sentidos se diluyen.