Mi favorita de… ELMER BERNSTEIN

Escrito por , el 29 agosto 2011 | Publicado en Otros

Eduardo Con

GHOSTBUSTERS, 1984
Ha sido y será uno de mis compositores favoritos desde que me hiciese con el CD de su primera nominación al Oscar por The Man with the Golden Arm (1955), después vendría el LP que recogía dos trabajos preciosos, My Left Foot (1989) y Da (1988), y poco a poco empecé a ver como sus trabajos engrosaban mis baldas de cds.

Pero si tengo que decantarme por un CD de Elmer Bernstein no quiero elegir un trabajo que atesore reconocimiento y calidad sublime, que no son pocos en su obra, si no que elijo un trabajo al cual le tengo un enorme cariño, porque es una de mis películas favoritas, Ghostbusters, de 1984 (al fin y al cabo crecí en los ochenta).

Olvidando la famosa canción de Ray Parker Jr., prefiero centrarme en el score, que me encanta no solo por el famoso tema de los Cazafantasmas grabado en la mente de todos los cinéfilos Escuchar tema, si no por la preciosidad del corte Dana’s Theme, para mi uno de los temas más preciosos que ha compuesto Escuchar tema, y con especial atención al tema que escribe para el todopoderoso Gozer (también conocido como Gozer el Gozeriano, Gozer el Destructor, Gozer el Viajante, Volguus Zildrohar, o Señor de Sebouillia) que es sencillamente espectacular, ganando más presencia durante el desarollo del score. Escuchar tema

Un trabajo que adoro, sin cansarme lo más mínimo de escucharlo, y del que solo puedo decir que es una pequeña muestra más de la calidad de Bernstein en cualquier género para el que escribiese. Escuchando su obra me hace ver que, a día de hoy, se echa de menos un compositor de la calidad y la humanidad de Elmer Bernstein, tanto por su buen hacer en el cine como el amor y sabiduría que impartía en las aulas a los jóvenes compositores (como el genial Bear McCreary).

Marta Laspra

GHOSTBUSTERS, 1984
Cuando me dijeron de participar en este homenaje a Elmer Bernstein lo cierto es que lo primero que tuve que hacer fue mirar entre su extensa filmografía para elegir una de sus obras. Una vez que llegué a Los Cazafantasmas no lo dudé más.

Puede que no sea de sus mejores bandas sonoras, pero forma parte de las películas claves de mi generación. Es de estos filmes que se ven siempre que la reponen en la televisión y cuyas frases se me han quedado en el recuerdo. Incluso alguna vez todos hemos sido un cazafantasma, ya sea como juego o como disfraz en carnavales.

Mientras escucho la música de Bernstein para este filme me doy cuenta de que puede que no sea una de las bandas sonoras más tarareadas, o con un tema principal tan reconocible como el de otros filmes, pero en seguida te ponen en situación y ayuda a ver a estos personajes convencionales como unos héroes.

Daniel Fernández

GENOCIDE, 1981
Esta tal vez sea una de las labores más complicadas que he hecho para esta página. Y es que elegir una banda sonora de uno de mis compositores fetiche es harto complicado. Me resulta tremendamente difícil decir “ésta” obviando muchas otras. Elmer Bernstein siempre tuvo una voz propia que extrapoló brillantemente a todo tipo de géneros, especialmente el western. Para este género creó una música con entidad propia, una música que ha permanecido en el oído de muchos aficionados (tanto del género como de la propia música de cine) durante décadas.

En estos mismos momentos me pongo a repasar mentalmente las diversas obras de este genio y una buena cantidad de obras maestras se me hacen figura. Imposible escoger una. Me voy al melodrama y recuerdo con tremenda satisfacción la fuerza dramática de la excepcional Some Came Running (1958) o, dentro del mismo género la elegancia y sofisticación de The Age of Inocence (1993). Uno de los aspectos por los que se caracterizó Bernstein también fue el jazz e irremediablemente recuerdo esa obra maestra que es The Man With The Golden Arm (1955). En el western sencillamente cometería blasfemia si olvidase The Magnificent Seven (1960) o una de mis favoritas en el género The Hallelujah Trail (1965), y un género en el que realizó algunas incursiones como la ciencia ficción sería un necio si renegase una de mis bandas sonoras favoritas y una de las que creo es, obra maestra de la música de cine en general Heavy Metal (1981).

Pero haciendo caso al lema de nuestra página “Me gusta la música que se ve”, voy a escoger una de sus bandas sonoras para drama menos conocidas. La primera vez que escuché esta banda sonora recuerdo ir conduciendo y notar como una sensación de escalofrío recorría todo mi cuerpo. Una inusitada violencia caracterizaba, entre otros, una de las bandas sonoras con mayor fuerza dramática que había escuchado jamás. Pero ahí no se quedaba la cosa. Los temas más líricos eran de una hermosura desconcertante. Radiaban un tipo de emoción salida desde las mismas entrañas del ser humano.

El contraste entre ambas texturas de música era francamente brutal. Genocide (Genocidio, 1982) es un desgarrador documental sobre el genocidio nazi, ganador del óscar en 1981. No puedo decir más que escuchando esta música acudían a mí automáticamente todo tipo de imágenes que se podían haber producido durante el horrible genocidio, desde las más crueles de nazis pegando tiros a judíos a traición a éstos suplicando perdón o a una madre recordando a su hijo muerto. Esta banda sonora es toda una paleta de imágenes y emociones que me dejó tras su escucha profundamente conmovido. Pocas veces he percibido en un compositor una implicación tan grande en un hecho tan luctuoso y trágico.

Terminé de escuchar esta banda sonora y, sin buscarlo, se dibujó en mi mente el cuadro del holocausto nazi. Elmer Bernstein captó, bajo mi punto vista, de una forma inmejorable todo el terror de aquella terrible época. Su música golpea y mata pero también llora y recuerda a las víctimas de una forma que pocas veces tendremos la oportunidad de escuchar. Al final del camino, cuando llegué a mi destino, más de una lágrima brotaba de mis ojos.

Braulio Fernández

MARIE WARD, 1986
Elmer Bernstein era para mi un clásico con bandas sonoras clásicas de esas que de tanto oírlas pierden la eficacia y el contexto para las que fueron creadas. Así me sucedió, y en parte sucede, con los scores compuestos para películas como Los siete magníficos o La gran evasión.

Mi error hasta hace unos años era no hurgar más allá del “gran Bernstein”. Entonces descubrí pura melodía en tres bandas sonoras, de las cuales solo una es para una película de reconocido prestigio: Matar a un ruiseñor. Aquel sonido que acompañaba los pasos en la oscuridad cambió mi percepción sobre Bernstein.

Además de compositor de grandes obras maestras, a las que añadiría por encima de las mencionadas inicialmente, la todavía por editar Los diez mandamientos, Elmer Bernstein era el músico inteligente y hábil dramáticamente que yo busco en cada score más de lo que debiera.

Dos ejemplos confirmaron mi nueva percepción del maestro: Hoodlum, una sorprendente banda sonora moderna que ya quisiera Martín Scorsese para sus películas, pero sobre todo una joya que pasa desapercibida en la mayoría de las conversaciones sobre el compositor: Marie Ward (1985). En este recordatorio que en Asturscore dedicamos a Berstein, elijo esta última para deleitarme, y para recomendar incluso a todos aquellos que aún no hayan conectado con este compositor. Ah, y sean de la edad que sean.

Carlos Mulas

THE TEN COMMANDMENTS, 1956
Elmer Bernstein es otro de esos casos que por ser leyenda de Hollywood, tenemos asociado a muchas de las grandes películas de todos los tiempos, sin que a veces ni siquiera recordemos que firmaba esta o aquella música. Sus grandes temas y melodías están tan ligados a algunas escenas, rostros de actores y créditos iniciales de películas, que está lo sepamos o no en nuestra memoria popular.

Creo recordar que hace muchos años mi amigo Edu se llevó a casa por simple suerte el CD de El hombre del brazo de oro (The man with the golden arm, 1955). En uno de nuestros típicos recorridos por El Corte Inglés buscando bandas sonoras, encontramos esta joya, y si la memoria no me falla nos la jugamos a suertes en el grupo. Aún le odio por aquel día… Sin desmerecer en absoluto el conjunto de aquella música, el caso es que el tema principal es uno de mis favoritos de Bernstein, por el cariño que tengo a aquella, una de mis primeras aproximaciones al compositor. Además es ejemplo de lo que comentaba, grabado en nuestra «memoria popular», si bien la mayoría no lo sabe. Escuchar tema

Pero si tengo que buscar una banda sonora que realmente considere mi preferida, de las diez que se me ocurren podría elegir cualquiera, pero voy a hacerle caso a mi refinado gusto por la ciencia ficción mezclado con mi admiración por las superproducciones de los años 50 y 60, y el resultado es Los Diez Mandamientos (The Ten Commandments, 1956). Me da lo mismo lo que digan… este tipo de películas ya no se hacen. Y aquellas que se les aproximan, además de arrastrar muchos de los defectos del cine de hoy en día, carecen de la música adecuada. Eran bandas sonoras firmadas por verdaderos artistas y genios que sembraron dos décadas prodigiosas con su trabajo, que se convirtió en una especie de estándar, una marca musical del cine épico.

¿Cómo es posible que más de cincuenta años después aún no haya una edición de esta banda sonora? Existen grabaciones en mono y en stereo que datan de los años 50 y 60, hechas por el propio Elmer Bernstein por la creciente demanda de una edición de su música. Pero nunca hubo una edición oficial, o mejor dicho un LP de la Banda Sonora Original. El CD del sello MCA [comprar] es una elegante grabación de los mejores momentos, que puede complementarse con el que en su día editó Tsunami con una calidad de sonido algo peor, pero que ampliaba la selección de temas. ¿En qué limbo estarán las grabaciones originales de esta música? ¿Acaso si no han sobrevivido no merecía la pena el esfuerzo de una regrabación como es debido?

En la película de Cecil B. DeMille encontramos al Bernstein más recordado, reconocido y admirado. Varias generaciones han podido disfrutar de la película, pero es justo que los amantes de la música de cine denunciemos una de la faltas más injustas de la historia, la que se le hizo a Elmer Bernstein en su día y que no ha podido ser corregida después de 55 años. Juzguen ustedes… Escuchar preludio

Rubén Franco

ZULU DAWN, 1979
Elmer Bernstein es uno de esos compositores realmente versátiles, y que como en el caso de Jerry Goldsmith, son unos auténticos todo terrenos en el arte de componer y aportar ideas y fórmulas musicales que siempre son interesantes o novedosas. De los que cada vez, tristemente, quedan menos.

Como en el caso de Edu y Carlos, guardo especial cariño a su partitura de tintes jazzísticos The Man with the Golden Arm (oro puro), una auténtica obra maestra sin paliativos, y un tratado jazzístico y dramático de Bernstein en toda regla.

A nivel personal, si bien es cierto que todos crecimos con las típicas y más famosas películas de Bernstein (The Great Escape, The Magnificent Seven o The Ten Commandments), que nos han dejado auténticos standars musicales (con motivos realmente populares para el gran público), en mi caso deseo destacar que, personalmente, el Bernstein que me acabó noqueando fue el relacionado con un puñado de partituras que poquísima gente comentaba cuando hablaba del Maestro Bernstein.

Recuerdo con cariño joyitas como la belleza y violencia musical de Mad God and Glory (La Chica del Gangster, 1992), la explosividad rockera de Baby the Rain Must Fall (1965), la comedia y la ligereza de Oscar (1991) o ese excelente tema central de The Grifters (Los Timadores, 1990), todas ellas adquisiciones tempraneras a las que seguirían todo tipo de compras, destacando auténticas joyas y bestialidades como Hoodlum (Hampones, 1997), Spies Like Us (Espías como Nosotros, 1985), Hawaii (1966), Heavy Metal (1981), Gold (1974), Airplane! (Aterriza como Puedas, 1981) o Saturn 3 (1980).

Muchas de ellas, y dependiendo del día, podrían ser mi Favorita de Elmer Bernstein, pero si tengo que decantarme por una, sería por Zulu Dawn (Amanecer Zulú, 1979), una auténtica burrada orquestal que chorrea épica y heroicidad por todos los poros, un ejemplo de composición orquestal de lo que debe ser música de aventuras, de ese tipo que ya no abunda por las carteleras (y con una gran película detrás, con actores de la talla de Burt Lancaster y Peter O’toole).

Bernstein se saca de la manga dos motivos espectaculares y los confronta; un tema heroico, una fanfarria completamente british, para el Imperio Británico, y otro para los zulús, agresivo y violento, realmente amenazador, donde los coros masculinos (como en Saturn 3), la percusión y las cuerdas configuran el esqueleto amenazador del ejército de nativos que defiende sus tierras, propinando al Imperio Británico uno de los episodios bélicos más dolorosos de su historia, la masacre de Isandhlwana.

Y por si fuera poco, nos regala dos marchas militares brutales (especialmente Regimental March, un temazo que cualquier ejército desearía tener como himno por bandera Escuchar tema), y uno de los mejores cortes que ha compuesto, en mi opinión, este grandísimo compositor, River Crossing, un corte impagable y que deja en pañales a prácticamente la totalidad de lo que se hace hoy para el género de aventuras. Escuchar tema

Lástima que la ausencia de un maestro como Bernstein haya dejado tan huérfana la música de cine, aunque siempre nos quedarán sus discos y esa mirada cómplice cada vez que veamos sus películas, disfrutando de su maravilloso oficio y arte para dar vida a cualquier tipo de película.

Pablo Laspra

WILD WILD WEST, 1999
Casualidades de la vida, Aaron Copland ha sido desde siempre (o al menos desde que tengo variedad de compositores donde elegir) mi compositor preferido de música de concierto. Siempre me he sentido muy identificado con la música nacionalista americana, y obviamente, con su mayor representante. Y el descubrir que ha sido el mentor de Elmer Bernstein me ha producido cierta sorpresa, aunque esta gran relación maestro alumno estoy seguro que no ha sido casualidad en cuanto a los resultados musicales obtenidos por Bernstein.

La música nacionalista americana, o para explicarlo mas rápidamente, la música “que suena” al oeste americano, pero al oeste de aventura y no del spaguetti, ha tenido varios representantes importantes. Elmer ha sido uno de los principales dentro de la música cinematográfica, aunque no podemos quitarle importancia a Jerome Moross, a Charles Ives, o al propio Aaron Copland. Las obras nacionalistas de Bernstein son, al igual que en su momento fueron las de Ives y Copland, adaptaciones de ritmos y sonoridades tribales, típicas de la música afroamericana, o incluso remontándonos más, la música de los nativos indio-americanos.

La aparición de ritmos irregulares, acentuaciones en partes débiles, ritmos asincopados, o cambios de compás y tempo, nos acercan a este estilo nacionalista, que tan bien representa la música norteamericana.

Mis obras preferidas de Bernstein son todas aquellas que aglutinan esta sonoridad. Todas aquellas obras para westerns reúnen las características básicas para gustarme. Son inesperadas, trepidantes, infunden aventura, espíritu de superación, de avance, de grandiosidad… Sus composiciones para Los Siete Magníficos y sus secuelas, o Los Hijos de Katie Elder reúnen estas características. Aunque en la moderna Wild Wild West (1999) les suma un toque de modernidad, típica de sus trabajos para obras más actuales, como por ejemplo en Cazafantasmas o la saga Aterriza como puedas, donde encontramos ritmos e instrumentaciones mas típicos de otras formaciones. Escuchar tema

En Wild Wild West encontramos todo eso: aventura, sonoridades amplias, grandes orquestaciones clásicas… Que nos demuestran que Elmer era un hacha en cuanto al género del Western, donde ha sido una figura eminente y predominante, y que ha marcado las directrices sobre la música western de aventura, que otros compositores como Broughton, Silvestri, o McNeely han seguido para lograr su objetivo en otras producciones similares.