In Memoriam: Richard Robbins

Escrito por , el 16 noviembre 2012 | Publicado en Apuntes

Desde el pasado día 7 de noviembre la Música de Cine (con mayúsculas) está de luto.  La semana pasada terminaba con la tristísima noticia del fallecimiento de Richard Robbins a los 71 años a causa de la enfermedad del Parkinson.

El fantástico compositor originario de Massachusets (EE UU) no se adentró en el mundo del cine hasta los 39 años de edad con The Europeans (Los Europeos, 1979) de la mano de James Ivory, director californiano para el cual creó la mayor parte de sus obras más conocidas. Colaboraron en 16 ocasiones en total, regalándonos sus dos partituras más famosas: la fantástica Howards End (Regreso a Howards End, 1992)y la que sigue siendo considerada su gran obra maestra, The Remains of the Day (Lo que Queda del Día, 1993). Ambas fueron nominadas a los oscars en los años 1993 y 1994 respectivamente, teniendo la “mala suerte” de coincidir con Aladdin de Alan Menken, y con The Schindler’s List de John Williams, que fueron los premiados.

Como le pasó a otros muchos grandes compositores, no fue galardonado, ni tan siquiera nominado, a muchos premios. De hecho, además de sus dos nominaciones al oscar, sólo encontramos dos candidaturas más en su carrera cinematográfica, como son su nominación al Bafta en el año 1985 por A Room with a View (Una Habitación con Vistas) y su galardón en el festival de Venecia en 1987 por Maurice, ambas películas pertenecientes también a Ivory.

Sin embargo casos como este demuestran que la calidad musical no tiene nada que ver con los premios, ya que Robbins nos ha dejado un legado impresionante, abarcando numerosos géneros a lo largo de sus 33 trabajos para televisión y cine. El compositor ha sido capaz de acercar melodías románticas o de época realmente bellas a su estilo tan personal, creando atmósferas inigualables, envolviendo las películas con sus consabidos ritmos repetitivos, en ocasiones a través del uso del sintetizador, acercándose en numerosas ocasiones casi al minimalismo.

Fue en el género dramático donde su obra aportó una gran originalidad. La (hoy día) casi inalcanzable elegancia de The Remains fo the Day, el clasicismo de Howards End junto con la Quinta Sinfonía de Beethoven, el romanticismo de Maurice y de A Room with a View, o las fantásticas Surviving Picasso, A Soldier’s Daughter Never Cries y The Golden Bowl harán que siempre echemos de menos a este impresionante compositor.

En una época en la que más que nunca añoramos la verdadera música éste es un gran golpe (y ya van unos cuantos este año, como Marvin Hamlisch, Joel Goldsmith, David Whitaker, Bernardo Bonezzi o Robert B. Sherman entre otros). Tenemos que dar gracias de que haya compositores hoy día que ven en él una inspiración y un modelo a seguir y a revivir, como en el caso del gran Alexandre Desplat, el cual en ciertas ocasiones ha presentado grandes semejanzas con el compositor americano.

Lo bueno de la música es que nunca muere si alguien está decidido a recordarla. Los más nostálgicos siempre volveremos atrás, cogeremos un cd, y reviviremos la esplendorosa música que nos ha dejado una gran mente, y los no iniciados siempre podrán descubrir y adentrarse en un mundo misterioso, elegante y romántico que ha dejado una huella imborrable en la historia de la música de cine.


Descanse en Paz, Maestro.

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