Concierto – Oratorio ‘La Pasión de Cristo’

Escrito por , el 25 marzo 2015 | Publicado en Crónica

Introducción

Es imposible poder disfrutar de la maravillosa oferta de conciertos y eventos que se producen ya no solo en España, sino en el mundo entero; es por ello que, gracias a las redes sociales, al youtube y al «boca-oreja» conseguimos llegar donde nos es imposible por trabajo o por circunstancias familiares o personales.

El concierto de la Pasión tuvo que ser increíble, y la crónica que aquí nos relata nuestro amigo Vicente Carrasco así lo demuestra; un concierto de gran trascendencia y celebrado en una época muy señalada.

No hemos podido estar allí, pero al leer ésta crónica uno siente lo que podría haber sido ser testigo de esta experiencia musical, Gracias Vicente.

La Pasión de Debney – Por Vicente Carrasco

Tan solo bastó un segundo desde que el violonchelo comenzase su narración para que las lágrimas comenzasen a aflorar de mis ojos. Su melodía solista, arropada por el arpa y el resto de la sección de cuerda de la orquesta, se convertían en pura narración, en algo que trascendía lo meramente musical. Se trataban sin duda de palabras celestiales convertidas en música. Segundos después,  y continuando con el discurso narrativo, el violonchelo cedía el testigo a la voz masculina solista con el simple acompañamiento de la cuerda en un registro grave. Cualquiera que hubiera cerrado los ojos en ese momento podía percibir la sensación de que su mente e incluso su cuerpo se hubieran trasladado al mismísimo Getsemaní en la noche en que Jesús ora sabiendo que va a ser entregado para morir en la cruz.

Padre, allontana da me questo calice. Padre, Padre mio! E non la mia volonta. Kyrie. Kyrie.

Ya desde las 17:30 h de la tarde del sábado 21 de marzo se agolpaba más un centenar de personas en la entrada a la Mezquita – catedral de Córdoba para asistir al que sin duda fue un acontecimiento único, irrepetible e histórico: el concierto – oratorio de “La pasión de Cristo” del compositor John Debney; no tardaría mucho más en incrementarse la cola hasta cubrir el perímetro del Patio de los Naranjos. La expectación era máxima a pesar de que la publicidad sobre el evento se antoja escasa para un evento de esta magnitud. Se echa de menos el que la televisión se haga eco como creo que merece, de la organización ya no solo del concierto de ayer sino del festival de música de cine que tiene lugar en Córdoba cada año. Alrededor de las 18:45 h se abrieron las puertas del templo y todos los asistentes comenzamos a buscar el mejor asiento posible, lo cual se convertía en una tarea complicada pues todo el mundo corría dentro para adelantarse a cualquiera que buscara ese mismo objetivo. Por supuesto, el mejor lugar para disfrutar del concierto justo frente al altar imagino que se encontraba reservado a autoridades y organizadores del concierto, por lo que había que contentarse con las sillas y bancos de las naves laterales y del resto del templo. Se había comentado que podrían asistir unas 2.500 personas, aunque cifras posteriores hablaron de unos 3.000 asistentes aproximadamente.

Este concierto – oratorio es una adaptación e incluso una evolución de la banda sonora de la película “La pasión de Cristo” del director Mel Gibson y que su propio compositor, John Debney, junto a las orquestaciones del también compositor y orquestador Kevin Kaska, y como ejercicio de fe, adaptó para que trascendiera muchísimo más allá de la propia película y se convirtiera en una obra mayor, en una obra de concierto. Su estreno tuvo lugar en Roma en el año 2005 bajo la batuta del propio compositor, el cual puso como condición para su interpretación el sábado pasado en Córdoba el que fuera Kevin Kaska el director de la orquesta en su ausencia, además de que estuviera acompañado de la cantante Lisbeth Scott y el multiinstrumentista Pedro Eustache.

Cuando todos supimos de la existencia de la película que estaba rodando Mel Gibson existieron comentarios acerca de que James Horner se podría hacer cargo de la partitura como ya hiciera en las dos anteriores películas del director (todos recordamos especialmente la bellísima partitura para ‘Braveheart’), pero para sorpresa de todos el proyecto fue a caer a manos de John Debney, el cual, tras saber de la existencia del proyecto, vio en la película una oportunidad soñada, fruto además de su propia fe en Jesucristo. El compositor californiano escribió algunos temas que hizo llegar a Mel Gibson, quien más adelante acabaría contratándole para escribir la partitura completa al quedar gratamente sorprendido con el tono musical que el compositor había compuesto. No faltaron las dificultades propias de un proyecto así y las exigencias propias de los directores a los compositores que contratan. En este sentido, recuerdo especialmente la anécdota que el propio John Debney contó en una de sus visitas a Úbeda acerca de la composición del maravilloso tema ‘Mary goes to Jesus’. Comentaba que estuvo componiendo para la escena donde suena esta preciosa nana alrededor de treinta temas distintos hasta que vio cómo se le caían las lágrimas a Mel Gibson al escucharlo por primera vez. Ahí supo que ese era el tema elegido.  A día de hoy, creo que todos estamos más que agradecidos a Mel Gibson por la elección que hizo para la labor compositiva de esta película, pues volvió a contar con James Horner para su siguiente proyecto (‘Apocalypto’).

Sobre las 19:00 h y tras un ir y venir de personas, músicos y cantantes del coro, comenzó el acto. En primer lugar tuvimos la intervención del cabildo de la Mezquita – Catedral de Córdoba, para pasar a escuchar también al diputado provincial de cultura, D. Antonio Pineda, quien recibió emocionado una placa por parte de los organizadores en reconocimiento por su labor y colaboración con el Festival.  Tras estas dos intervenciones y previo aplauso a los solistas y director de la orquesta al incorporarse a sus correspondientes lugares, comenzó el concierto de la forma que se comenta en la introducción de este artículo. No hizo falta mucho tiempo para reconocerle a la Orquesta de Córdoba y al coro Ziryab la calidad que atesoran y que demostraron con creces en una obra de esta envergadura. A buen seguro que el esfuerzo por parte de las dos formaciones ha sido impresionante y de ahí que el propio Kevin Kaska los haya elogiado desde que esta semana comenzara a trabajar con ellos. Musicalmente estuvieron fantásticos, seguros en las entradas y con la calidad de sonido que nos tienen acostumbrados.

He de decir que el lugar desde donde se encontrara cada uno escuchando el concierto seguro que pudo jugar algo en contra de la sonoridad. Si hablamos desde un sentido estrictamente musical, habría quien echara de menos el sonido de  un lugar preparado, de un auditorio, pero el que se recogía en este sagrado templo era tan especial, mágico e incluso celestial que nadie creo que echara de menos ni se acordara de una sala de conciertos.

La calidad del sonido en este lugar era espectacular, pero yo eché en falta muchos matices y melodías de la obra, aunque reconozco que en ese sentido me perjudicó el conocer la música y la partitura de esta obra. Además, y no sé con seguridad si por la acústica del lugar donde yo estaba sentado o por no tener una ecualización adecuada, no llegué a apreciar completamente la voz de Lisbeth Scott y del tenor Juan Luque, sobre todo en sus primeras intervenciones. Igual me ocurrió la primera vez que Pedro Eustache se levantó para tocar con el duduk, e incluso me pareció ver cómo él trataba de acercarse más al micro para que se le escuchara más y mejor. No puedo dejar al menos de mencionar, aunque sea levemente, el hecho de que hubiera gente que de vez en cuando interrumpía hablando durante el concierto. Bien distinto es que el público no se contuviera para aplaudir tras cada uno de los movimientos y rompiera un poco el discurso y la ambientación creada al principio con los primeros movimientos donde no hubo interrupción, pero por favor, avancemos en este sentido y eduquémonos correctamente en lo musical en particular y en lo cultural en general, más en estos tiempos que corren en que nuestra cultura se encuentra menospreciada y necesita de gente culta y preparada. Pero continuemos con el concierto en sí.

Para todos los que conociéramos la obra, el concierto fue sin duda un sueño hecho realidad además de la confirmación de que esta obra de John Debney está compuesta con una belleza exquisita, y con un sentimiento y fe únicos.

–               El movimiento I, en donde suena el tema de la negación de Pedro interpretado con algunos de los instrumentos de viento madera y su posterior desarrollo por medio del violín solista, apoyados armónicamente por un imponente coro y la sección de los metales, es uno de los ejemplos de mayor belleza de la obra. El final de este movimiento también es destacable al poder escuchar la versión para el oratorio del tema ‘Bearing the cross’, una auténtica marcha procesional.

–               Uno de los platos fuertes era escuchar la voz de Lisbeth Scott en el concierto, destacable especialmente en el movimiento II donde interpreta la bellísima nana que el compositor compuso para la escena en que Jesús porta la cruz, cae y su madre se acerca mientras se recuerda a modo de flashback una caída de Jesús siendo niño. Es increíble la capacidad de esta cantante para transformar su voz, tan diferente por ejemplo de su último álbum de estudio, y sonar con un timbre tan único, tan bello, tan espiritual… Sin duda, la obra no sería lo mismo sin ella y no es de extrañar la exigencia del compositor para que estuviera en el concierto. Sus apariciones durante toda la obra invitaban a cerrar los ojos y dejarse llevar mientras uno podía conectar directamente con su voz y dejar que fuera ella la que elevara las oraciones al cielo.

–               En el comienzo del movimiento III Pedro Eustache protagoniza un bello duetto junto a la flauta travesera para introducir a las cuerdas y coro, los cuales a su vez dieron paso a la magnífica voz de la soprano María Alonso, la cual acabó traspasando a lo terrenal para erigirse en algo espiritual. Al término de esta intervención las cuerdas realizaron un bello ejercicio contrapuntístico mientras la soprano esperaba para intervenir de nuevo, esta vez acompañada de la profunda voz de Juan Luque en un duo igualmente bello.

–               En el movimiento IV (mi favorito) participan todos a excepción de la soprano y el tenor. Este movimiento fue llevado a un tempo superior al que se conoce a través de la grabación en audio que existe, lo cual llamó mi atención, pero es pura inspiración. La percusión se hizo notar como no había hecho hasta ahora, imponiéndose por encima del resto, por momentos en demasía, como también ocurriría en el epílogo (tema de la resurrección).

–               El movimiento V fue también una de las partes donde especialmente el coro dio muestra de su poderío, junto a unos vertiginosos violines y violas y unos contundentes instrumentos de viento y percusión. Llegada la calma en este movimiento, el corno inglés, los clarinetes y el fagot protagonizan otro de los momentos en los que personalmente no dejo de pensar en la Semana Santa de nuestros pueblos y ciudades, como si John Debney o Kevin Kaska hubieran tomado parte de su inspiración en ella, ya que la orquestación e incluso la melodía que hay en los ocho compases que estos instrumentos tocan juntos es propia de las capillas musicales que suelen acompañar las procesiones de silencio. Sencillamente genial. Ellos introducen el tema del Agnus Dei interpretado por la soprano María Alonso en su segunda intervención del concierto acompañada del coro en otro de los momentos especialmente bellos de la obra.

–               En el siguiente movimiento, el uso de la percusión a modo de martillo clava directamente a Jesús en la cruz, lo cual es descriptivamente perfecto, al tiempo que el coro le imprime un soberbio dramatismo en una nueva aparición del tema de la nana. A continuación, la interpretación del tenor en la voz de Jesús pidiendo a su Padre por el alma de los dos ladrones y acompañado de Pedro Eustache con el penny whistle, se convirtió en otro momento de inspiración divina; un gustazo ver de nuevo en acción al músico venezolano. Tras esta intervención, el sonido del duduk junto a unas suaves cuerdas y una última intervención del coro nos anuncian que Jesús ha muerto en el final de este movimiento.

–               El siguiente, el número VII, se podría considerar como de transición y preparación hacia el momento álgido y más importante de la obra, que será la resurrección. Este describe el descendimiento de Jesús de la cruz y su entierro. En él, la voz de Lisbeth Scott vuelve a ser protagonista al tomar la voz de la Virgen María, aunque previamente la solista americana protagonizó un pequeño dueto junto al tenor local en donde la conjunción de voces fue fantástica.

–               El tema final de la resurrección o epílogo es sin lugar a dudas el culmen de la obra. En esta ocasión, y tras una primera parte donde la cuerda y los vientos madera tienen un trabajo técnicamente más complejo, la percusión se mostró de nuevo muy contundente y diría que en exceso, pues a pesar de que el coro cantaba con seguridad y potencia, los instrumentos de percusión hacían perder parte de su sonido así como del resto de la orquesta. Con todo, es un final tremendamente espectacular que eriza el vello a cualquiera y que aúna a todos los participantes de la obra, con una mención de nuevo muy especial para Pedro Eustache y sus instrumentos étnicos, músico que conocía ya de sus conciertos con el compositor griego Yanni y que pensé que nunca podría ver en directo. El apoteosis final de este epílogo nos llevó directamente a las puertas del cielo donde Jesús entra triunfalmente tras resucitar al tercer día de morir en la cruz y salvar a la humanidad por sus pecados. Un piano súbito de la orquesta junto al coro y todos los solistas anunciaban, in crescendo, el final hasta que, en dos potentísimos acordes finales concluyen la obra.

Yeshua, Yeshua, hey bel livivi al shmay ya. Y’khaseyn li shlam ka. Qadish sha tith sha be’akh. Khed wah min kul di le he weh. Hosanna Yeshua. Amen.

La crónica de lo vivido el sábado pasado se podría extender muchísimo más, pero ni sería posible por espacio ni por falta de palabras para poder expresar tantas emociones. Pero para finalizar no puedo dejar de hablar tampoco de dos figuras importantísimas en lo musical gracias a los cuales pudimos disfrutar de tan hermoso espectáculo. Uno de ellos es Javier Sáenz, director del coro Ziryab de Córdoba, cuyo trabajo tras ese grupo humano ha vuelto a ser soberbio en la que creo que es la interpretación más importante de su trayectoria en cuanto a música de cine se refiere, mostrando además una humildad tremenda al permanecer siempre en un plano menos destacado de cara al público.

La otra figura importantísima que mereció igualmente el más grande de los aplausos fue el director Kevin Kaska, el cual, aunque más inexpresivo que otros directores a los que estamos acostumbrados, realizó un ejercicio de dirección impecable, discreto en las formas pero tremendamente seguro en cada uno de los movimientos de sus brazos. Cuando lo conocimos por primera vez en Úbeda creo que todos nos quedamos con las ganas de saber más sobre su forma de trabajar, pues su carrera de orquestador (más que la de compositor) está plagada de películas de primerísimo nivel y sus conocimientos en este campo son espectaculares.

Muchísimas gracias a la organización y componentes de la orquesta, coro y sus directores así como a los solistas por el regalo musical y espiritual que nos hicisteis a todos y cada uno de los que allí nos encontrábamos. Creyentes o no de la doctrina de Jesús, la música del concierto – oratorio de ‘La pasión de Cristo’ no deja indiferente a nadie y hace que se trascienda mucho más allá de lo que un día fue compuesto para una película para convertirse en una obra mayor. Y por supuesto, gracias a John Debney por convertirse en el enlace perfecto entre lo divino y lo terrenal a través de la música. Gracias maestro.

Y muchas gracias amigo Pablo Laspra por el ofrecimiento que me hizo para escribir estas palabras siendo así el nexo de unión entre vosotros y mi tierra, el sur. Gracias a toda la familia de AsturScore por esta oportunidad, y por este ofrecimiento.