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Al Salir del Cine: “Straw Dogs”

Escrito por , el 28 diciembre 2011 | Publicado en Apuntes

Ya sólo falta que remakeen “El padrino”. Y es que decir que en el Hollywood actual hay una evidente falta de ideas es poco. En los últimos años hemos asistido a una avalancha de remakes de películas consagradas y menos consagradas con desigual resultado, como no podía ser de otra manera.

De los más llamativos me resultó el pasado año la nueva versión de Karate Kid, que para mí gusto superaba a la original y la daba una vertiente dramática mayor que a la mítica película de los 80, además de contar con unos personajes más elaborados y con gran complicidad.

También cabe destacar el reciente remake de la película Déjame entrar, un clásico contemporáneo innecesario también de remakear, pero de una calidad bastante importante con un terror agresivo y directo (habiendo escenas que para mi gusto superaban a la original y otras, como la final, que no).

Al igual que esta última, otras películas mucho más actuales han aportado muy poco y se han limitado a ser dignas actualizaciones de la película referencia como La cosa (imposible superar la película de John Carpenter) o este Perros de paja remake de la mítica película de los 70 interpretada por Dustin Hoffman.

La Película

Y es que, aunque intenta hacer una puesta al día introduciendo cosas modernos (impagable el chiste sobre “Saw”, la fijación con la chapita del Jaguar o la observación de las zapatillas sin cordones) no termina de tener ese ojo crítico y corrosivo que tenía la película de Sam Peckinpah. El “Perros de paja” de Rod Laurie es una película con unas exquisitas formas, y aún más exquisita fotografía y contundente música que se queda a medio camino a la hora de tratar el subversivo tema de la violencia. No es que lo haga mal; es que no llega al nivel de aplomo al que llegaba Peckinpah (y siento hacer esta comparación pero me es imposible separar el ojo de aquel magnífico director).

La Música

Uno de los aspectos que me llamó más poderosamente la atención fue la música de Larry Groupé. Mientras en la versión clásica Jerry Fielding trazaba una música oscura, turbia y hostil, aquí el compositor se inclina por una intensísima vertiente dramática cercana a la elegía.

Su propósito, como veremos más adelante, no es otro que desnudarnos el lado más escondido de la naturaleza humana. Su excelente tema principal ya nos hace una verdadera declaración de intenciones una vez que nos aproximamos a la casa (impecable escena en una maravillosa fusión de fotografía fría y distante con sugestiva música) dónde la pareja protagonista vivirá su mayor pesadilla.

Las rudas formas (no exentas de una “aparente” hospitalidad) y carácter comunitario de los ciudadanos del pueblo sureño de Blackwater (Mississipi) chocarán con las recatadas formas e individualismo del pijo recién llegado de la ciudad con su mujer (oriunda del pueblo) David Summer (un correcto James Marsden).

La pareja contratará a un grupo de hombres para reparar el tejado del cobertizo de la casa que ha adquirido propiedad del padre de ella, recién fallecido. Uno de esos hombres será un antiguo novio de la chica (una sensual Katie Bosworth) por el que todavía persiste cierto interés por la chica. Tras las buenas formas exhibidas por ambas partes pronto empezarán a surgir las fricciones y a hacerse explícitos los recelos mutuos.

Y si eso no es poco, a ello se le unirá la tiránica presencia de un ex entrenador borracho y colérico (sobresaliente aunque algo sobreactuado James Woods) que no esconde su hostilidad hacia el recién llegado, y mucho menos al deficiente mental que acosa a su hija Janice. La cantidad de prejuicios que subyacen hacia un hombre que, en el fondo, se siente superior a los “pueblerinos”, y unos “pueblerinos” a los que les corroe una fuerte envidia y animadversión hacia aquel que no pertenece a su clan, quedará reflejado por una intensa música de tintes psicológicos que pretende desnudarnos la verdad escondida en los corazones de estos “perros de paja”.

Groupé se mete en las almas podridas de estas personas y no lo hace de una forma burda ni efectista, todo lo contrario. Todo es muy sutil al principio. El compositor va marcando en todo momento los pasos de la acción y sólo hasta que la violencia no es explícita la música no explotará de una forma contundente y abrasiva. Desde el principio andamos por un alambre que en cualquier momento puedo quebrarse.

Las formas exhibidas en la música me parecen francamente excepcionales, de las mejores de este año, pues el compositor nunca renuncia a la musicalidad y expone de forma perfectamente diáfana sus intenciones. La película cobrará así una demoledora (aunque inteligentemente contenida) intensidad dramática. Su música se te mete debajo de la piel intentando persuadirnos del estado de nerviosismo e intranquilidad que realmente transmiten estos endebles seres. Nos recuerda que en el fondo somos animales y que la bestia que llevamos dentro puede salir en cualquier momento en que nos tocan las narices.

Mientras una primera parte de la banda sonora nos advertirá e insinuará en todo momento de la furia que hay latente, una segunda parte mostrará con una desbordante fuerza y contundencia a las bestias que han estado dormitando mientras trataban de “hacer lo correcto y llevarse bien”.

La música estallará de una forma desorbitada pero siempre justificada. Volveremos a escuchar aquellas percusiones y abrasivos temas de las mejores películas de los 70 en la que todos los elementos de la orquesta se empleaban de forma sobresaliente para expresar un estado de violencia extrema. La orquesta explotará en su forma más agresiva, clara y directa. Escúchense los temas del momento en que el ex entrenador, Charlie (inquietante Alexander Skarsgard) y sus chicos invaden la casa para hacer justicia: “Who´s charge”, “Sheriff Burke”, “Man up”o especialmente el tremendo “Not on my watch”. No hay en verdad efectismo, sólo es la mera expresión de un estado de ánimo salvaje y hostil.

Y todo ello Groupé lo hará de una forma realmente solemne. Ese patente e intenso dramatismo de la música no hace sino esconder el verdadero trasfondo de la película y la música: una visión totalmente descorazonadora de la naturaleza humana. Sólo en los momentos en lo que de verdad se atisba autenticidad en los sentimientos de una persona como en la dulce (y algo complaciente) Janice, advertiremos ternura en la música, tal como lo refleja el breve tema de amor.

Conclusión

Una banda sonora para mi gusto brillante que no es ni muchos menos una obra maestra pero se le acerca.

Y para los interesados en adquirirla aquí tienen un enlace dónde podéis hacerlo, eso sí, como viene siendo costumbre en los últimos años el disco es un CD-R. Títulos como éste o las también brillantes Priest y Soul Surfer (también de este año) no deberían tener este tratamiento.