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Al Salir del cine: «La Belle Et La Bête»

Escrito por , el 18 abril 2014 | Publicado en Apuntes

Sobre la película….

Esta vez lo perdono. Por experiencias como ésta da gusto penetrar en el terreno de la digitalización y dejarse atrapar por los perfeccionistas y artificiosos mundos que esta crea. Por todo es conocido este cuento, con la diferencia de que la película de Christopher Gans se recrea hasta límites insospechados en su estética, preciosista y pretenciosa, a medio camino entre lo barroco y el neoclasicismo. En este impostado recargamiento está toda su fuerza y el principal reclamo para ver de nuevo esta hermosa historia esta vez contada de forma algo anodina y con cierta pasividad, lo cual le resta credibilidad y, más importante, esa pasión latente que se proyectan los dos conocidos personajes.

Los dos actores están correctos en sus papeles. Lea Seydoux es el nuevo descubrimiento del cine francés. Con una indudable belleza y atractivo físico cautiva a la cámara cada vez que pasea con alguno de esos lujosos vestidos. El gran Vincent Gassel, más zorro que bestia, aporta también su carisma sin llegar su papel a trascender, asustar o enamorar.

Así, nos encontramos con una de las películas visualmente más atractivas que se han hecho en los últimos años pero no recomendable para todos aquellos que busquen un mínimo de emoción o sentido en la historia. Todo se queda en el mero poder evocador de sus imágenes y el verdadero centro de la historia lo constituye el drama que rodea a la bestia en vez el encuentro entre los dos personajes centrales.

Contiene algunas de las imágenes más bellas, sugestivas, turbadoras y mejor diseñadas que he tenido la oportunidad de ver en un cine. Los franceses, para este tipo de lides, son únicos.

Sobre la banda sonora…

Pierre Adenot compone una música básicamente descompensada. Pueden diferenciarse claramente dos vertientes: una más puramente romántica y lírica, excepcional en sus pasajes más bellos y de un preciosismo que se puede casi palpar y otras más conservadora, que dejará seguramente indiferente al oyente, más incidental y que pretende acompañar a los momentos de mayor inquietud y misterio.

Es en esa primera parte dónde radica la fuerza de este trabajo. Su carácter impresionista, impregnado de sonoridades decimonónicas y espíritu trasnochado y bohemio la convierte en una obra de singular belleza y cuidada textura que bebe de fuentes neorrománticas y resulta tremendamente estimulante y a ratos hasta subyugante junto a las imágenes. Solamente por ello este trabajo merece estar entre los más elegantes, sutiles y mejor concebidos en lo que va de año.

Destacar ese maravilloso vals, casi crepuscular, que centra la banda sonora desarrollado plenamente en el radiante La Belle Et La Bête (Générique Fin) o el hermoso y triste tema de la princesa fallecida que irá ligado a la maldición de la bestia, tal como lo podemos escuchar en La Château de la Bête o Chasse Et Mort De La Princesse. Ambos temas, uno de carácter más grotesco y siniestro, aunque carente de la suficiente entidad, y el otro puramente elegíaco y desgarrador en su pesar constituirá el núcleo dramático de esta obra.

Todo ello hace que el conjunto adquiera un cariz ciertamente melancólico, aunque también dulce, misterioso y mágico. Lástima que las citadas partes en las que se potencia la intriga no sean todo lo resolutivas y contundentes que debieran, pues si no estaríamos hablando de prácticamente una obra maestra.