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Al salir del cine: “El Origen del Planeta de los Simios”

Escrito por , el 17 agosto 2011 | Publicado en Apuntes

¿Se puede salir más sorprendido por una película y decepcionado por su música, que de esta precuela del Planeta de los Simios? Seguramente no. ¿Qué digo…? ¡Rotundamente no! Y más cuando el cine se ha convertido para este que escribe, en una experiencia ocasional, por la poca calidad habitual, la falta de tiempo y el precio de la entrada, todo hay que decirlo. Cuando no recuerdas cuál fue la última película que fuiste a ver a una sala, significa que has dejado de valorar positivamente la diferencia que hay entre la gran sala oscura con su enorme pantalla, frente a tu cómodo sofá y tu propia enorme pantalla.

Por eso tiene más delito que una película de la que no esperas gran cosa (puede que por ser un seguidor de la saga de los simios, de toda la vida) te sorprenda por ser algo más que correcta y entretenida, a pesar de que tiene altibajos notables y un desenlace previsible por conocido. Lo sorprendente en esta película de ciencia ficción es que se centra en los personajes y sus motivaciones, y lo hace bastante bien. Y en cuanto a la música, que en principio no me interesaba quién la había compuesto, el delito por no decir crimen está precisamente en quién la firma. Patrick Doyle, que durante años ha pasado por ser uno de los compositores europeos en hollywood con mejor reputación y que siempre dejaba el listón alto independientemente de la película, se ha convertido este año con su anterior trabajo Thor y ahora este Rise of the Planet of the Apes, en una especie de zombie. Me explicaré: un muerto viviente es por fuera él mismo, igualito a cuando estaba vivo, pero se mueve y camina de forma distinta, y su único objetivo es comer…

¿Se ha transformado Doyle en alguien que solo trata de llevarse algo a la boca, en un mundo (el cine de hollywood) al que  no le importa lo grande que fuiste cuando estabas vivo, ni cuanto tiempo llevas muerto? La metáfora os aseguro que es válida, si valoras como lo merece la carrera y la obra de este compositor. El hombre que en su día compuso Mary Shelley’s Frankenstein, solo logra parecerse (y remotamente) a sí mismo en un par de escenas, la más notable la rebelión de los simios contra sus carceleros. Durante el resto de la banda sonora, parece haber sido poseído por el espíritu de Ramin Djawadi. Con la cantidad de momentos que podrían haber sido memorables (y no hablo de escenas de acción) con el estilo de Doyle, su uso de la gran orquesta, su facilidad para dotar de sentimientos las escenas de personajes… En su lugar tenemos una película empapelada con música de fondo, con algunos toques étnicos y percusivos que se repiten constantemente, dando vueltas una y otra vez a la trillada fórmula actual de los blockbusters norteamericanos. Una opción tan válida como cualquier otra, pero que puestos a valorarla denota cierta dejadez, vagancia, acomodamiento…

Si los productores o el director querían usar esa fórmula para la película, ¿por qué encargarle el trabajo a alguien cuyo trabajo es diametralmente opuesto a lo que buscan? ¿Tan poco importante es la música hoy en día, que sólo se buscan fotocopias de los originales con éxito? ¿Tan mal están las cosas que ahora ya es imposible que un compositor consagrado y competente logre sacar a flote sus puntos de vista frente a los que ponen el dinero y quieren resultados? Y lo más importante… ¿es que Doyle ni siquiera ha intentado esta jugada? La respuesta, amigos míos, la tendremos con el siguiente trabajo del antaño genial Patrick Doyle, Brave una película de animación de Disney/Pixar. Cruzaremos los dedos, por el bien de la música de cine.